A examen
En este tipo de debates políticos todo el mundo espera una puntuación de cada candidato, una voz atrevida que diga quién ganó el primer asalto. En esta ocasión es difícil sacar nuevas conclusiones, dado que ambos políticos son conocidos y se conocen. En consecuencia, no había nervios ni estrategias; sólo debate cara a cara. A Joaquín Otero, siempre un hombre con un discurso muy directo, se le atragantaron las ideas y fue incapaz de seguir una línea argumental que se saliera de los titulares de periódico que su partido recoge en el programa electoral: huida de jóvenes, menos niños, más viejos, vaya, mal panorama. De otro lado, la candidata popular, la consejera de Economía, por cuyo despacho pasa todo lo que se mueve en la Junta, lo que se traduce en una memoria cargada de informaciones que lograron neutralizar a su adversario. Ayer hubo ganadora.