OPINIÓN A. Papell
No al «no»
La Junta Electoral Central ha prohibido el lucimiento del eslogan «No a la guerra» en los colegios electorales y sus inmediaciones porque tiene «connotaciones políticas» y, en efecto, la normativa proscribe aquellos símbolos que puedan ser considerados actos de campaña electoral. La decisión es, como mínimo, polémica porque, coyunturas al margen, la frase encierra un valor objetivo en sí misma que difícilmente puede herir sensibilidades. Pero lo más chocante es que este rigor contrasta con la lenidad con que las distintas juntas electorales tratan las desaforadas carreras de inauguraciones que tienen lugar en estas fechas, en plena campaña electoral, y que llevan a cabo sistemáticamente los políticos de todos los partidos en aquellas autonomías o localidades en que gobiernan. Una inauguración de una obra financiada con dinero público en estos momentos constituye claramente un abuso, puesto que el gestor que protagoniza el acto se aprovecha de un mérito que nos corresponde a todos los contribuyentes, que hemos financiado el alarde. Tampoco es muy razonable que, en plena campaña, el Gobierno central adopte medidas sociales que, si resultarían plausibles en otras épocas, sueltan ahora un inconfundible tufillo electoralista. Si hay que ser rigurosos en la preservación de la neutralidad de las instituciones, seámoslo completamente y no a retazos.