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OPINIÓN José Cavero

La vigésimo séptima víctima

Publicado por
León

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La primera vez que a un observador se le ocurrió comparar el número de víctimas mortales de ETA con el número de víctimas mortales de la violencia doméstica ocasionó un notable escándalo. El terrorismo tiene una decidida demonización, una especie de «sacralización de signo contrario», y siempre había parecido el delito execrable por excelencia, el más horrendo de los posibles. Pero cuando, ya hace unos cuantos años, empezó a tenerse noticia del impresionante número de cadáveres que dejaba tras de sí esa otra violencia, la del hogar, las parejas que llegan al extremo máximo de su odio con el asesinato de la parte convertida en adversario irreconciliable, pudo comprobarse que el terrorismo etarra era poco menos que «irrelevante»: este año creo que tan sólo se ha producido, por fortuna y gracias probablemente a la eficacia de las fuerzas del orden público y de la lucha antiterrorista, un asesinato terrorista, Pagazaurtundúa. Y en cambio, Patricia Laurel Conte, de 29 años, es ya la mujer número veintisiete, de este mismo año, que muere en nuestro país víctima de su marido o compañero. ¿Qué se puede hacer contra el desalmado que cree tener derecho sobre la vida de su compañera acaso porque el amor se ha roto entre ambos, tal vez por un ataque de celos, o porque, conforme se ha relatado en esta ocasión, la víctima «chateaba en Internet»? Será preciso afrontar, de una vez por todas, con los recursos y procedimientos que sean precisos, un problema tan pavoroso y atroz que tiene casi siempre una segura perdedora final: ellas.