La suma de los sufragios de los partidos con más del 5% del total de votos válidos da un cociente, que se divide entre los puestos a cubrir para asignar la representación a cada formación política
Cuánto vale un voto
El sistema electoral español adopta un método pr
El aluvión de formaciones políticas surgidas en la transición española a la democracia hizo adoptar al poder Legislativo de entonces un sistema provisional, destinado a regir solamente en las primeras elecciones democráticas: había que elegir una fórmula que diera una representación proporcional y no directa a los partidos, para que las instutuciones no se convirtieran en ingobernables por la disparidad de la representación que podían acabar albergando. En los primeros años de la democracia fue imposible alcanzar un consenso parlamentario suficiente para aprobar una ley orgánica como la electoral, por los diversos intereses de los partidos a la hora de elegir el sistema definitivo: cada uno defiende el que más le puede beneficiar. Además, el método D''Hont funcionó: no hay fragmentación política de las instituciones y otorga mayorías estables. Además, la alternacia en el poder ha dado estabilidad. Pero, ¿cómo se designan nuestros representantes? ¿Cuánto vale nuestro voto? Pues, depende en cada ocasión. En la infografía de la página, realizada en base a los resultados obtenidos en 1999 en el municipio de León, se describe la fórmula que determinará quién ha ganado o no. Un intrincado método sirve para saberlo. Así lo demuestra el ejemplo de hace cuatro años. A IU le faltaron 916 votos para poder entrar en el reparto, por lo que hubiera obtenido un concejal: no alcanzó el 5% de los totales válidos -blancos incluidos, nulos descartados- requerido para entrar en el reparto. En cambio, PP, PSOE y UPL necesitaron menos sufragios que los 2.549 totales obtenidos por la coalición para obtener su último edil (2.399, 2.464 y 2.314 votos respectivamente). A partir de ahí, el sistema proporcional tampoco es puro, porque tras obtener la media de votos (cociente) para obtener un represnetante siempre quedan puestos por adjudicar, algo que se hace acudiendo a los restos decimales. Las leyes de la matemática, y no del sufragio, dan o quitan ese concejal por hasta un voto, como ocurrió en Bembibre hace cuatro años. Tener más o menos sufragios no importa, lo determinante es que el número de los que se tengan den más decimales. La diferencia de sufragios para lograr los últimos concejales del reparto es tan escasa que se dirimen en un puñado. Veáse el ejemplo de León. El PP se quedó a 66 votos de la mayoría absoluta (14 concejales), la diferencia que hay entre su treceavo edil y el último de los obtenidos por el PSOE; los socialistas en cambio hubieran necesitado unos 1.800 para alcanzar el octavo; mientras que la UPL hubiera llegado a esa misma cifra de representación con sólo 85. Otra curiosidad es que el PP no hubiera necesitado tampoco el doble de votos que PSOE o UPL para tener el doble de concejales, y portanto la mayoría absoluta. En cambio, la suma de las formaciones de la oposción sí supera en más del doble los de los populares y la mayoría representativa. Cosas de la ley D''Hont.