Diario de León

El Rey, visiblemente afectado, impuso las condecoraciones a título póstumo en una ceremonia marcada por la emotividad y la angustia

Dolor y rabia en las familias de los 62 militares fallecidos en Turquía

El dolor, la rabia y la incredulidad ante una desgracia que muchos creen que se debería haberse evitado presidier

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C. Calvar - MADRID.
León

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Durante el acto, al que asistieron cientos de familiares de los fallecidos y una amplia representación de los tres Ejércitos y de la Guardia Civil, el Rey don Juan Carlos impuso a los 62 fallecidos sendas condecoraciones a título póstumo. La mayor parte de los afectados aguantó el tipo. Pero otros no pudieron resistir el dolor y la emoción y dirigieron duros insultos contra el presidente del Gobierno, José María Aznar y, sobre todo, contra el ministro de Defensa, Federico Trillo. Tensión, llanto, emoción, gritos de rabia y de indignación contra los políticos, vivas al Ejército, al Rey y a España. Calor, mareos, desmayos. El acto fúnebre reunió en una de las pistas de la base de Torrejón de Ardoz a cientos de familiares, amigos y compañeros de los 62 oficiales, suboficiales y soldados de los Ejércitos de Tierra, Aire y de la Guardia Civil que el lunes dejaron sus vidas al pie de una colina junto al aeródromo turco de Trebisonda. Muchos de sus allegados todavía no entienden el por qué de ese desastre. Por eso, algunos dedicaron durísimas palabras a los responsables políticos que -consideran- no velaron de forma suficiente por las vidas de sus seres queridos. Los momentos más difíciles se vivieron cuando los Reyes don Juan Carlos y Doña Sofía; el príncipe don Felipe; el presidente del Gobierno, José María Aznar y el ministro de Defensa, Federico Trillo, llegaron a la pista y se acercaron a las gradas para saludar y dar el pésame a las viudas, hijos, hermanas, hermanos, padres y madres de las víctimas. Todos dieron una calurosa bienvenida a la Familia Real, que -según recordaron algunos militares allí presentes- ha sabido siempre estar muy cerca de los militares y de sus familias. Para ellos hubo vivas, aplausos, besos y abrazos de los congregados. La Reina no hizo ningún esfuerzo para controlar las lágrimas. No sucedió lo mismo con el Gobierno. La mayor parte de los afectados aguantó el tipo con esa entereza de la que sólo es capaz la familia militar en momentos tan difíciles. Pero otros no pudieron resistir el dolor y la emoción y dirigieron duros insultos contra el presidente del Gobierno, José María Aznar y, sobre todo, contra el ministro de Defensa, Federico Trillo, en cuanto les vieron acercarse. A Trillo le reprocharon no haber velado de forma suficiente por las vidas de sus seres queridos, sobre todo por haberles hecho volar en un avión ucraniano y en unas condiciones de seguridad que muchos cuestionan. Le llamaron, entre otras cosas, «sinvergüenza» y «asesino» y le dirigieron frases como «tú fuiste en un buen avión, ¿verdad?». Una madre, rota por el dolor, repetía en alto: «a mi hijo lo han asesinado». Cerca de ella, en primera fila, algunos padres increparon al ministro, impotentes ante la dimensión de este drama. «Todo por el dinero», le dijo un padre. Tampoco el presidente Aznar se libró de los insultos y los reproches. Finalmente, estos fueron ahogados por otros gritos de personas encendidas de rabia, que daban vivas a España, a las Fuerzas Armadas y a la Guardia Civil. Los políticos, alguno como el presidente también muy afectado, aguantaron el tipo sin pestañear. La plaza donde se desarrolló el acto estaba ocupada casi en su totalidad por los 62 féretros, envueltos con la bandera de España, que contenían los restos de los fallecidos. Sobre cada uno de ellos, sus gorras -o su tricornio en el caso del comandante de la Guardia Civil- para testimoniar que tras las tablas descansaban, además de seres humanos, 62 profesionales de la milicia. También había numerosas coronas, procedentes sobre todo de las unidades en las que servían. Tras la interpretación del himno nacional, hubo una misa-funeral de quince minutos conducida por el arzobispo castrense, monseñor Estepa Llaurens. En su homilía, alabó el trabajo que desempeñado por los miles de militares españoles que participan en misiones de mantenimiento de la paz lejos de España.

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