El Gobierno está molesto porque Londres?insiste en su soberanía sobre Gibraltar

Antes de reanudarse las conversaciones sobre el futuro de Gibraltar, Londres ha echado un jarro de agua fría a las aspiraciones españolas sobre el Peñón. «Dudo de que se pueda esperar seriamente que la cuestión de Gibraltar pueda volver a la mesa negociadora con la esperanza de obtener resultados positivos». Esta afirmación del secretario británico de Asuntos Europeos, Denis MacShane, que la pasada semana se reunió en Madrid con su homólogo español, Ramón de Miguel, ha causado hondo malestar en el Gobierno, que ha tildado de «inoportunas» las declaraciones. El PSOE ha exigido al Ejecutivo una «contundente» reacción. El presidente del Gobierno, José María Aznar, remitió el pasado 19 de mayo una carta al primer ministro británico, Tony Blair, en la que le pedía la reanudación de las negociaciones sobre Gibraltar, interrumpidas hace un año. Esta nueva tanda de conversaciones aún no tiene fecha de comienzo aunque el pasado viernes mantuvieron una primera reunión aproximativa el secretario de Estado de este departamento, Ramón de Miguel, y el responsable británico de Asuntos Europeos, Denis MacShane. Calendario El Gobierno pretende ahora establecer un calendario concreto de negociación y retomar las conversaciones entre los titulares de Asuntos Exteriores de ambos países. Pero antes de que comience la negociación, el secretario de Estado británico para Asuntos Europeos ha dejado clara, en sendas entrevistas concedidas a El País y El Mundo, la negativa británica a ceder su soberanía sobre el Peñón y ha criticado la presión del Ejecutivo español para alcanzar una solución en breve plazo. «En la Europa democrática, hacer cosas sin el consentimiento democrático de la gente es muy peligroso. Y las posibilidades de lograr un acuerdo que no sea aceptado por los gibraltareños son simplemente cero», afirma MacShane, quien añade que «Gibraltar es para Gran Bretaña un poco lo que Ceuta y Melilla son para España. No es parte de nuestro territorio, pero la gente de allí se siente muy británica, del mismo modo que la gente que vive en Ceuta y Melilla se siente cien por cien española».