Diario de León

El PSOE investigaba a uno de los tránsfugas desde hace tiempo por sus intereses inmobiliarios en la Comunidad de Madrid

La traición de dos socialistas da al PP la presidencia de la Asamblea de Madrid

Zapatero expulsa fulminantemente del partido a Tamayo y Sáez y les exige que renuncien al escaño.

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Marta Suárez - madrid
León

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Zapatero se enfrentó ayer a la más grave crisis interna que ha sufrido su partido desde que tomó las riendas del PSOE hace casi tres años. La rebelión de dos diputados socialistas autonómicos durante la elección de la Presidencia de la Asamblea de Madrid -que contra todo pronóstico acabó en manos del PP- podría ser el paso previo a la pérdida del Gobierno de la comunidad autónoma por parte del PSOE e IU, que podría presidir Esperanza Aguirre si los dos desertores no varían su postura. Nadie preveía sorpresa alguna en el proceso de constitución de la nueva Asamblea de Madrid. Las reuniones previas que mantuvieron los distintos grupos parlamentarios permitían pensar que todo discurriría según un guión en función del cual PSOE e IU imponían su mayoría para hacer del socialista Francisco Cabaco presidente del legislativo regional. Pero iniciada la sesión bajo la presidencia del diputado de más edad, el también socialista Carlos Westendorp, dos llamativas ausencias despertaron las alarmas en las filas del grupo. Todos los intentos por localizar a los dos diputados socialistas, así como los esfuerzos de Westendorp -incluso contra el reglamento de la cámara- por retrasar la sesión resultaron baldíos. Al final, hubo que proceder a la votación, que ganó el PP. La popular Concepción Dancausa fue elegida presidenta de la institución ante el serio gesto de desolación de Simancas. La desaparición de Eduardo Tamayo (número 13 en las listas) y María Teresa Sáez (número 46) no estaba en el guión. Los dos diputados pertenecen a la corriente Renovadores por la base , de antiguo enfrentada en Madrid al sector guerrista que ahora lidera Simancas. Con su deserción no sólo perjudican al dirigente madrileño, sino también a la ejecutiva nacional que dirige Zapatero, quien convirtió al futuro gobierno de izquierdas madrileño en símbolo de las políticas sociales que él pondría en marcha en 2004 si ganara las generales. La noticia cayó como una bomba en Ferraz. Zapatero dejó todas sus actividades. Sus intentos por hablar con los dos parlamentarios fueron infructuosos: sí lo consiguieron numerosos medios de comunicación. Tamayo argumentó en ellos que su ausencia se debía a sus discrepancias con el acuerdo en la comunidad de Madrid con IU. Sáez prefirió guardar silencio. A media tarde, Zapatero anunció la inmediata expulsión del partido y les exigió que renuncien a sus actas de diputados. Sáez mantuvo su silencio, pero Tamayo corrió a precisar que no abandona su escaño y que pasará al grupo mixto. IRodríguez Zapatero y Simancas evitaron elucubraciones sobre los motivos de los dos diputados madrileños y les acusaron de obrar en función de sus «intereses personales». La Comisión Federal de Garantías del partido investigaba desde hacía tiempo las denuncias sobre los presuntos «intereses inmobiliarios» que Tamayo podría tener en una comunidad en la que este sector mueve mucho dinero. El secretario general de los socialistas consideró que se trataba de una «operación planificada» y lanzó una seria advertencia al partido de José María Aznar sobre lo que pueda ocurrir el día que se dirima quién dirige Madrid: «Debería ser una decisión bien pensada y espero que así sea».

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