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El agresor también hirió de gravedad al teniente coronel que le sustituyó en el cargo antes de intentar suicidarse

El ex jefe de la comandancia de Albacete asesina a un médico y a un guardia civil

El doctor fallecido era el padre de la actual delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha

Imagen de archivo del ex jefe de la Casa Cuartel de Albacete, Antonio Peñafiel

Publicado por
J. V. Múñoz - albacete
León

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La venganza de un jefe de la Guardia Civil, al parecer desequilibrado y despechado por su reciente destitución, provocó ayer martes un baño de sangre en la 2.023 comandancia del cuerpo, que tiene su sede en Albacete. El teniente coronel Antonio Peñafiel, de 51 años de edad, jefe del puesto de la ciudad manchega hasta el pasado febrero, mató a tiros a dos de sus compañeros e hirió de gravedad a un tercer funcionario poco antes de intentar quitarse la vida con un disparo en la sien. La matanza comenzó minutos después de la 10.30 horas de la mañana. Peñafiel, que había sido destituido tras las sospechas de sus desequilibrios mentales y por sus reiterados enfrentamientos con sus compañeros, irrumpió en el edificio oficial desarmado, ya que, poco después de su cese, la dirección de la Guardia Civil le había ordenado que entregara sus pistolas. En su mente, según los investigadores, ya tenía claro cuáles eran sus objetivos. Al teniente coronel no le costó flanquear los controles del edificio Comandante Molina, situado en la céntrica Avenida de Ramón y Cajal, en el que hasta hace cuatro meses trabajaba. El agresor explicó en el control del recinto que quería visitar al actual jefe de la comandancia, el teniente coronel Antonio Roberto Lázaro Gabaldón, de 55 años, para una consulta rutinaria. Apenas entró en el edificio, Peñafiel encaminó sus pasos directamente al despacho de Lázaro, quien había tomado posesión del cargo el pasado 22 de abril. Allí, fingió querer hacer una llamada privada para quedarse solo en el despacho. Una vez que el nuevo jefe y sus asistentes salieron de la sala, el agente se hizo con la pistola reglamentaria que se encontraba encima de la mesa e hizo volver al comandante a su puesto. Cuando Lázaro regresaba, el agresor le disparó en dos ocasiones desde unos metros de distancia. Una bala le alcanzó el hemitórax izquierdo y otra en el interior del muslo derecho, dejándole malherido. Las primeras detonaciones provocaron la alarma en la comandancia, pero Antonio Peñafiel fue más rápido. El teniente coronel, arma en mano, se dirigió entonces a la caza de la persona a la que culpaba directamente de su destitución: el que fue su número dos durante los dos años que ocupó la jefatura del Albacete, el comandante Isidoro Turrión Riera, de 40 años. Él fue quien le había denunciado meses atrás y provocó su cese. El homicida no dio opción a su ex compañero. Un disparo a escasos centímetros de la cabeza acabó con su vida al instante. Suicidio fallido Consumadas sus dos primeras venganzas, Peñafiel corrió hasta el botiquín en busca de su tercera víctima: el anciano doctor del acuartelamiento, el civil Francisco Naharro, de 70 años, a quién el agresor reprochaba no haber hecho nada por dar fe de su buena salud mental y haber apoyado con sus dictámenes su marginación de la vida activa en el cuerpo. Lo encontró en la consulta y con un nuevo disparo en la cabeza consumó su desquite. Ya acorralado, el teniente coronel intentó suicidarse. En una de las estancias del acuartelamiento, apenas segundos después de matar al médico, apuntó la pistola a su sien derecha y apretó el gatillo. El impacto de la bala le hizo perder buena parte de masa encefálica, pero no le sirvió para quitarse la vida. Los tres agentes y el doctor fueron trasladados de inmediato al Hospital General Universitario de Albacete. Turrión llegó cadáver al centro, mientras que el médico de la Guardia Civil falleció en el hospital sin que los especialistas pudieran hacer nada por salvar su vida tras una parada cardiorrespiratoria. Durante la mañana fue intervenido de sus heridas en el pecho y la piernas el comandante Lázaro, cuyo pronóstico es muy grave, si bien no se teme ya por su vida. Peor diagnóstico tiene Peñafiel que, pese a las intervenciones quirúrgicas, ha perdido buena parte del cerebro y su estado es prácticamente irreversible, agudizado por una intensa hemorragia. Hasta el hospital se desplazó desde Toledo la delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Encarnación Naharro para interesarse por el estado de su padre, el fallecido doctor Naharro y el resto de los heridos.

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