Diario de León

La comarca cabreiresa conserva de forma singular y amplia las piezas constructivas emblemáticas de la vida tradicional

Joyas rurales en peligro de extinción

Villar del Monte y Llamas se miran en Forna para recuperar otros dos conjuntos únicos de La Cabrera

La misma casa después de la intervención

La misma casa después de la intervención

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Ana Gaitero - león
León

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«Nadie se hacía una idea de cómo podían rehabilitarse los palomares de La Cabrera hasta que se vieron los primeros». El arquitecto José Luis García Grinda resalta el carácter ejemplar de las restauraciones en el patrimonio rural puesto que «hay una conciencia limitada del interés de esta arquitectura como patrimonio». Palomar a palomar, en La Cabrera ya hay restaurados cerca de 20 ejemplares y tres de ellos dan cobijo de nuevo a las aves en Robledo de Losada y en Encinedo. Estas construcciones circulares, que se atisban como puntos negros sobre blanco al descender el Carvajal, fueron humildes precursoras de la salvación de rincones y conjuntos arquitectónicos en la comarca que un día fue bautizada como las Hurdes leonesas. La iniciativa privada, con alguna ayuda pública, dieron los primeros pasos en la salvación del patrimonio rural en La Cabrera a partir de 1996. Simultáneamente le llegó el turno a Iruela, la tierra que expulsó a José Rodríguez Losada en busca de pan y lo convirtió en un famoso relojero. La escuela taller de León arregló un puente y adecentó una calle y una fuente y la antigua escuela durante las tres semanas intensas que duró un campo de trabajo de verano. Y cundió el ejemplo en el pueblo. El Instituto Leonés de Cultura patrocinó el año pasado otra restauración para imitar. El viejo barrio de Forna resurgió, a los 1.200 metros de altitud de este pueblo encajonado en la montaña, con un plan de recuperación de 30 casas. «No es una rehabilitación para el resarcimiento de los propietarios, sino para recuperar el ambiente que un día tuvo la calle», indica el arquitecto Javier López Sastre . Queda en espera otra calle para rescatar el conjunto más antiguo de esta población de La Cabrera Baja. Es ejemplar, insiste la etnógrafa Concha Casado, porque se han respetado los materiales originales (piedra, pizarra y madera) y las tipologías, corredores y hornos, especialmente. La elección de La Cabrera para llevar a cabo estos planes de restauración a pequeña escala responde, según el director del ILC, Alfonso García, a que «aún se puede salvar patrimonio que prácticamente está intacto» debido al aislamiento en que vivió la comarca hasta los años 80 y a su despoblación por la emigración, acentuada a partir de entonces. Villar del Monte y Llamas de Cabrera toman el testigo de Forna en los planes del ILC. «Es urgentísimo, imprescindible que en los próximos dos años se restaure todo lo que se pueda», insiste Concha Casado, hija adoptiva de la comarca. El tiempo es una amenaza para los últimos rincones aún intactos, «esos últimos y cada vez más arrinconados restos arrastrando su herida lejos del tiempo que los vio pujantes como soportes de toda una larga historia y tantas vidas», apunta poéticamente el cura escritor Manuel Garrido. Molinos, fraguas, puentes, hornos, callejuelas, cerraduras, aleros, corredores, coladeiras de primitivos fregaderos, chimeneas... «hasta los caminos desdibujan su andadura, consabidos caminos entre pueblos y también de labranza y pastoreo». En Villar del Monte la idea de recuperar el ambiente primitivo en la plaza escogida para desarrollar el proyecto de rehabilitación incluye la eliminación de todos los cementos con rejuntados de piedra de la fachada de la iglesia. Para el suelo de la calle se propone el uso del hormigón coloreado, que imita a la tierra, como sustitutivo del asfalto de forma que «se le dé un aspecto más rústico». Incluye también la restauración de las galerías de las casas que miran a la calle. La madera de roble es el material básico que los cabreireses emplearon en los cerramientos, con entablados para hacer corredores y balcones. La plaza de Villar del Monte, es uno de los ejemplos característicos de la arquitectura de la Cabrera Alta. Rodeada por edificaciones de carácter rural tradicional, los corredores abiertos y cerrados y los hornos se mantienen «en estado recuperable» y se puede conseguir que «llegue a ser una muestra de sí misma y de la arquitectura que en esta zona existió», explica Sastre. Por 150.000 euros En Llamas de Cabrera, la obra que financiará el Instituto Leonés de Cultura se centra sobre un camino que comienza en la nueva escuela. Esta senda, por una cuesta inclinada, desemboca en la iglesia y un conjunto de edificaciones a su alrededor, una de ellas con galería de dos plantas. Las intervenciones en Villar del Monte y Llamas de Cabrera ascienden a 150.000 euros. Hace doce años, José Luis García Grinda escribía que «una parte significativa» de los pueblos cabreireses «ofrecen una imagen de unidad apenas alterada por transformaciones recientes, que la convierten en una comarca singular en el ámbito leonés, por la pervivencia y conservación de su arquitectura tradicional». En la actualidad, Forna, en La Cabrera Baja, y Villar del Monte, en La Cabrera Alta, son los dos núcleos con más posibilidades de pervivir como conjuntos si se actúa a tiempo, en opinión de la etnógrafa Concha Casado. La actuación llevada a cabo en Forna permite realizar un recorrido etnográfico en este pueblo, empezando por la fragua para continuar con la contemplación de hornos y muros de piedra, galarías de madera y cañizo entrelazado, cubiertas de pizarra tosca sobre entramados de madera y se remata el paseo con la visita al molino. La segunda fase de esta actuación, para la que falta todavía financiación, comienza a mitad de este recorrido con la visita a una edificación con horno y a una vivienda rural restaurada y termina en una plaza con fuente y abrevadero, como signo de la importancia primordial del agua en la vida rural tradicional.

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