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Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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SIN DUDA, Rafael Simancas acaba de terminar la lectura de un delicioso libro publicado por Siruela y que escribió Plutarco en el siglo II de nuestra era: «Cómo sacar provecho de nuestros enemigos». Plutarco no pudo conocer al traidor Tamayo ni a sus amigos de la construcción, pero en la Roma de aquellos años debió haber especuladores inmobiliarios, aunque sometidos a un urbanismo maravilloso, como demuestra el trazado de la vía Apia y la ubicación de Coliseum. Rafael Simancas ha tomado la iniciativa y su discurso de investidura es el pistoletazo de salida de un referéndum sobre la corrupción y la especulación inmobiliaria. Quienes quieren forzar unas nuevas elecciones, buscando, como los malos perdedores, una segunda partida, pueden encontrarse con la horma de su zapato. La posición de Simancas se ha vuelto sólida. Ahora todo el mundo empieza a mirar la cuenta de su hipoteca pensando que no está sujeta al fatalismo de la historia sino a los amigos de Tamayo. El tránsfuga, que resiste en su escaño con la mirada hierática de quien está vacunado contra la jubilación, ha desatado una caja de los truenos que ahora no tiene quien le ponga la tapa. A no ser que el «traidor y la mudita» reciban instrucciones en contrario -porque sus mentores se aterren ante la idea de una mayoría de izquierda más sólida- y devuelvan el escaño que han robado, las elecciones están servidas en octubre. Pero de aquí a esa fecha los jóvenes madrileños pueden conjurar el sueño de que tal vez con Simancas puedan comprarse una casa sin hipotecar las rentas de sus nietos. Plutarco se preguntaba: «¿Cómo me podré vengar de mi enemigo?». Y la respuesta la daba en el mismo renglón, sin esperas, y con tremenda lucidez: «Siendo tu mismo bueno y honrado». De momento, Rafael Simancas ha hecho pública su declaración de la renta. A algunos les podrá hacer gracia que la Play Station de su hijo esté rota, pero en los barrios de Madrid donde florecen las grúas de Bravo y Vázquez le han comprendido perfectamente.