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El líder socialista pide disculpas por llevar en sus listas a dos tránsfugas y el presidente cuestiona al candidato del PSOE

Zapatero denuncia las «mentiras» del Gobierno y Aznar le llama «fracasado»

Las elecciones del 2004 planearon sobre un debate plagado de descalificaciones

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Gonzalo Bareño - redacción | madrid
León

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José María Aznar culminó ayer su último debate sobre el estado de la nación haciendo un balance triunfalista de su gestión y acusando a su principal oponente, José Luis Rodríguez Zapatero, de carecer «de proyecto, de equipos, de ideas y de liderazgo». El líder del PSOE acusó reiteradamente a Aznar de haber mentido al Parlamento al justificar el ataque bélico contra Irak en unas armas de destrucción masiva que el tiempo ha demostrado que no existen. El enfrentamiento más enconado se produjo a costa del escándalo de la Asamblea de Madrid. El presidente reprochó a Zapatero que intente convertir un asunto interno de su partido en un problema institucional y que califique de «golpe a la democracia» lo que a su juicio no es mas que un «tropezón» del PSOE. Insistió en que los dos diputados tránsfugas ayudaron al propio José Luis Rodríguez Zapatero a ser secretario general del PSOE. «Si quiere hablar de regeneración, empiece por su propio partido», le espetó. José María Aznar se esforzó en resaltar los problemas internos del PSOE y la supuesta falta de liderazgo de Zapatero. «¿Quién le hace caso en su partido?», le preguntó. «Yo no voy ser candidato, -añadió- lo que no se es si lo va a ser usted». Como contestación, Zapatero volvió a enumerar los vínculos de dirigentes del PP como Ricardo Romero de Tejada con los tránsfugas de Madrid y pidió responsabilidades al Gobierno por beneficiarse de dos «corruptos». Pero por primera vez, el líder socialista hizo autocrítica. «Pido disculpas por incluir en nuestras listas a dos personas indignas», dijo solemnemente. En su réplica, Aznar enumeró tres gobiernos socialistas logrados por el PSOE gracias tránsfugas entre los que incluyó el de Galicia gracias al diputado José Luis Barreiro, «condenado luego a inhabilitación». Aznar cargó duramente contra el plan soberanista de Ibarretxe, que calificó de proyecto étnico» y «artificio extravagante» e insistió en que ese proyecto es «el precio que se nos propone pagar a la violencia terrorista». Zapatero centró su discurso en resaltar la «ineficacia» del Gobierno y en las mentiras del presidente en torno a la crisis de Irak y las catástrofe del Prestige, en la que reprochó a Aznar que abandonaran «a los marineros y a los voluntarios» sin asumir responsabilidades. Frente al triunfalismo de Aznar, El líder socialista dibujó un escenario catastrófico que demuestra a su juicio que el Gobierno «además de autoritario es ineficaz». «Se va como llegó» le dijo a Aznar, al que acusó de haber propiciado una enorme concentración de poder «en manos de sus amigos». Muy escasa fue la aproximación sobre la cohesión de España. El presidente del Gobierno rechazó la reforma del Senado que propuso el líder de la oposición y Rodríguez Zapatero echó en cara al presidente del Gobierno haber dado pasos atrás en la concordia entre comunidades. Unidad de España Sólo coincidieron en la proclama general de que ambos lucharán para mantener la unidad de España. Un aviso a navegantes de cara al otoño, cuando los dos partidos mayoritarios necesitarán un acuerdo para hacer frente al «plan Ibarretxe». No hubo espacio para la autocrítica. Ni con la catástrofe del Prestige -17 líneas en un discurso de 40 páginas- ni con la seguridad ciudadana -los juicios rápidos y el plan de lucha están ahí para combatirla- ni con la vivienda -el precio se disparó más con el PSOE que con el PP- ni siquiera con los planes del AVE. España, concluyó Aznar, está mejor que hace siete años en todos sus capítulos. Agrio y conciliador El tono de Aznar se volvió aún más agrio en su debate con el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, al que no otorgó credibilidad alguna, y con el portavoz del PNV, Iñaki Anasagasti. La deriva soberanista de los nacionalistas vascos, que el presidente advirtió que combatirá con todo el peso de la ley y del Estado de Derecho, ha abierto una sima que a fecha de hoy parece difícil de cerrar. José María Aznar sólo estuvo conciliador con Xavier Trías, portavoz de CiU que también celebró su último debate, con quien empleó guante blanco, sabedor de que los nacionalistas catalanes y los populares no sólo se necesitan ahora en Cataluña, sino que posiblemente se necesitarán también en la próxima legislatura para conformar una mayoría que de estabilidad al gobierno del Estado.