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Villahierro alberga a 1.100 reos pero sólo tiene tres educadores para su reinserción

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La prisión de Mansilla de las Mulas tiene la misma población que municipios como Hospital de Órbigo o Garrafe de Torío. Cuenta con 14 módulos y de ellos 12 están operativos, además de las secciones de ingreso, aislamiento y enfermería. La macrocárcel acoge ya a 1.100 presos, de los que el 48% son de procedencia extranjera y casi una tercera parte (unos 300) han llegado en masa en el último mes, en su gran mayoría conducidos desde prisiones del sur de España y de Canarias, donde tienen serios problemas de masificación. En este período se ha producido un salto cuantitativo en la ocupación del centro penitenciario inaugurado hace cuatro años al pasar de de los 350 internos de la prisión antigua a los 1.100 de los últimos días. Con el crecimiento se producen también sustanciales «cambios cualitativos» y de ser una prisión donde sólo había presos de segundo y tercer grado, ahora hay más de 50 de primer grado. El módulo de aislamiento, con un máximo de 30 plazas, tenía la semana pasada 25 ocupantes. Sólo 48 son mujeres y ninguna de ellas convive con hijos menores de tres años, según datos del centro penitenciario. La cárcel todavía tiene capacidad «operativa» para otros 400 reos, según fuentes de la dirección, pero carece del personal suficiente para atender un lleno total del centro penitenciario. La plantilla, de 440trabajadores, incluye a un centenar de funcionarios que realizan su período de prácticas preceptivo. Según fuentes sindicales, la relación de puestos de trabajo de Mansilla de las Mulas tiene 20 empleados menos que otra prisión de las mismas características como es la de Palma de Mallorca. El director del penal, Alberto Fidalgo, asegura que «lucho porque la prisión no se convierta en un almacén» pues «desde el punto de vista penitenciario sería un gravísimo error». No obstante, reconoció que el crecimiento de la población penitenciaria no está exento de problemas de personal: «No puedes funcionar con tres educadores para más de mil internos, pero es una carencia que se irá solucionado con el tiempo», precisó. Fidalgo señaló que «estamos algo escasos de personal de tratamiento» (profesionales que se ocupan de los programas encaminados a la reinserción de los penados). El personal que ha llegado nuevo -añadió- «está en una fase de adaptación, pero en poco tiempo daremos un nuevo impulso». La atención a la población extranjera es uno de los objetivos prioritarios del centro penitenciario, dado que tendrá que poner en marcha proyectos específicos para garantizar sus derechos, entre ellos, los permisos de fin de semana. Alberto Fidalgo es director de la prisión de León desde hace diez años. En este tiempo ha pasado de tener una población máxima de 350 reos -en el centro del paseo del Parque en la capital- a los 1.100 de la actualidad. El equipo directivo se ha reforzado con un subdirector de seguridad y una subdirectora médica, además de los dos subdirectores del organigrama antiguo y el administrador.

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