Confusión en Interior sobre los policías de la lucha contra ETA y la delincuencia
La llegada masiva de nuevos policías y guardias civiles a las plantillas de ambos cuerpos permitirá al Ministerio del Interior poner en marcha una de las mayores campañas de seguridad de verano de los últimos años. Sin embargo, la Operación Verano 2003 comenzó con contradicciones: Interior corrigió las cifras del despliegue que había ofrecido el mismo ministerio y, al final, los responsables del departamento no supieron decir exactamente cuántos agentes velarán los núcleos turísticos españoles. El ministro del Interior, Ángel Acebes, se reunió ayer con los directores de los dos cuerpos, Agustín Díaz de Mera y Santiago López Valdivielso; con el secretario de Estado para la Seguridad, Ignacio Astarloa, y con el secretario general de Turismo, Germán Porras, para cerrar los últimos flecos del operativo que tendrá como «zonas de actuación preferente» diez comunidades autónomas: Andalucía, Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria, Cataluña, Galicia, Murcia, Madrid y Valencia. Pese a la cumbre de coordinación, las diferentes instituciones no lograron dar un dato coincidente sobre el despliegue: en un principio Interior informó oficialmente que serían 3.700 los funcionarios que reforzarían la seguridad entre nuevos policías, alumnos y especialistas. Poco después, fue su titular, Ángel Acebes, quien elevó a 5.091 (3.500 efectivos de la Guardia Civil y 1.591 de la Policía Nacional) el número de agentes que se sumarán al dispositivo estival hasta completar los 45.000, entre miembros del CNP y de la Guardia Civil. No obstante, el instituto armado, hace tan sólo dos semanas, comunicó que iba a destinar a 43.000 guardias civiles a este operativo, a los que habría que sumar otros 30.000 policías (según fuentes de este cuerpo), lo que daría una cifra cercana a los 73.000, 28.000 funcionarios más que los que ayer anunció el ministro. Cuatro serán los vértices de la operación: la siempre temida campaña de verano de ETA, la represión del tráfico de drogas, frenar el flujo de pequeños delincuentes y bandas organizadas que se trasladan a los pueblos de veraneo y los ladrones especializados en desvalijar las viviendas aprovechando la ausencia de sus inquilinos.