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León

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«Construimos una ciudad juntos y cada uno ha hecho su casita», explica Mari Carmen Fernández, la coordinadora del campamento urbano que por sexto año consecutivo se ha organizado en el barrio, mientras los críos terminan de montar el pequeño barrio de papel. Sobre un metro cuadrado se levanta el sueño del barrio de la Inmaculada: más gente y más viviendas para renovar la población y la capacidad de acoger a nuevos vecinos. «Hay que construir y abrir comunicaciones para que haya gente diversa, Ese es el desafío», opina una religiosa que trabaja en el barrio. Por sexto año, el campamento de la asociación Inmca ha logrado reunir a Son una veintena de niños y niñas, entre ellos dos de origen ecuatoriano, uno bosnio y cuatro gitanos. «La idea salió del barrio pero también colaboramos con Cantamilanos, el Secretariado Gitano y La Asunción», precisa. El campamento es el fin de año escolar del club juvenil. A la mala fama que arrastra este pueblecito al norte de la ciudad, los vecinos contraponen la iniciativa y la «tranquilidad que se respira». Ana es una de las cuatro Hijas de Jesús que desde hace algunos años trabajan y viven en el barrio. «Buscábamos un lugar de inserción para la provincia religiosa y dentro de los barrios que hay en León creíamos que era el más desfavorecido». Trabajan con personas mayores, niños y jóvenes pero «los grandes problemas no están en nuestras manos», alega. El envejecimiento de la población es la principal dificultad.