Tamayo desvela que preparó su fuga el día antes de la «espantada» en la Asamblea

Eduardo Tamayo ya había previsto reunirse con la prensa para explicar su «traición» al PSOE la noche anterior a que ésta se produjera. El jueves pasado, en la primera sesión de comparecencias de la comisión de investigación abierta en la Asamblea de Madrid, el diputado tránsfuga aseguró que fue el mismo día de la traición, al abandonar la Cámara regional y una vez se percató de la dimensión que había adquirido su ausencia, cuando solicitó a los servicios del hotel en el que se hospedaba una sala para recibir a los periodistas. Ayer, en su última intervención, se contradijo y desveló que lo planeó con antelación. La segunda jornada de interrogatorios en el Parlamento madrileño sirvió a los grupos parlamentarios que la semana pasada no pudieron terminar su turno de preguntas -PSOE y PP- para matizar las respuestas ofrecidas por Tamayo. Con tiempo suficiente como para examinar las actas, los socialistas buscaron durante los últimos tres días las contradicciones en las que pudo incurrir el portavoz del Grupo Mixto y ayer su representante, Modesto Nolla, les sacó punta. Una de ellas, la más llamativa, es la que se refiere a ese encuentro prefijado con los medios de comunicación. Reserva previa Según el testimonio de Tamayo, el día 9 de junio, horas antes de que la Asamblea celebrara su sesión constitutiva -y tras una reunión con el secretario de Organización del PSOE, José Blanco- el diputado rebelde llamó a su amigo el promotor inmobiliario Francisco Bravo para que le reservara una habitación en «un hotel céntrico» de Madrid. Lo hizo, siguiendo su explicación, en previsión de que el responsable Organización de la FSM, Antonio Romero, se negara a reunirse con él para arreglar la situación que le tenía tan disgustado: el incumplimiento de un acuerdo con Rodríguez Zapatero para que su grupo, Renovadores por la base, tuviera una representación del 40% en las listas electorales y en las carteras autonómicas. A pesar de que Tamayo ya admitió en su primera comparecencia aquella llamada a Bravo, se negó entonces a reconocer que le hubiera solicitado también la reserva de una sala de reuniones, como prueba de que no lo tenía todo atado