«Nos vimos abocados a quemarnos todos vivos»

Los vecinos respiraban hoy más relajados después del pánico vivido en la tarde del lunes, cuando las llamas amenazaron algunas casas de esta localidad. El día después ha sido tranquilo. Los vecinos recorrían hoy los prados y las huertas provistos de calderos y sulfatadoras para sofocar algunos rescoldos que aún seguían vivos ayer. Pero el sentimiento general era muy optimista, ya que «las llamas estuvieron tan cerca que estuvimos abocados a quemarnos todos vivos», afirmó Juan Enríquez Manríquez. Aunque todos aseguran que las casas de Lucillo se salvaron gracias a la colaboración de todos los vecinos, incluso de las localidades cercanas, que lograron defender el pueblo con ramas, tractores, mangueras y sulfatadoras. Los huertos situados a las afueras de esta localidad se encuentran totalmente calcinados, aunque los vecinos aseguran haber tenido suerte porque las llamas sólo habían alcanzado a algunos árboles frutales y milagrosamente algunas casetas se habían salvado. «Es una gran suerte porque sólo hemos perdido algunos árboles, pero milagrosamente todas las casas se han salvado porque el viento era muy fuerte y muy rápido y las llamas saltaron por encima», aseguran los vecinos. «En cuanto vi que el fuego había cercado a José me tiré del tractor para salvarle, las llamas -que llegaban por encima de mi tractor- le alcanzaron porque el viento era muy traicionero y formó un remolino», comenta Agapito Alonso, que fue alcanzado por las llamas en un brazo y en la cara, cuando acudía a socorrer al vecino calcinado José Carrera Puente. Y como en toda historia también se produjeron anécdotas, ya que una vaca estaba dando a luz en el momento en que arrasaban las llamas la cuadra, aunque ella y su ternero lograron salvarse milagrosamente. También tuvieron suerte las 700 ovejas que se salvaron porque estuvieron huyendo de las llamas de prado en prado.