Cientos de marbellíes acudieron a una tensa sesión previa a la votación de la moción de censura
Los tránsfugas y los concejales del PA expulsan a Muñoz de la alcaldía
Marisol Yagüe, una mujer muy próxima a Jesús Gil, es desde ayer la nueva alcaldesa de Marbella. Delirio
No hubo sorpresas y la moción de censura contra Julián Muñoz fue aprobada por 14 votos (ocho concejales del GIL, tres andalucistas y otros tres expulsados del PSOE) contra 13 (siete gilistas, cuatro del PP y dos socialistas). Marisol Yagüe, una mujer muy próxima a Jesús Gil, a quien se considera artífice de la defenestración de su antigua mano derecha, es la nueva regidora de Marbella. Su proclamación tuvo lugar tras celebrarse una tumultuosa y tensa sesión en el Ayuntamiento, a la que asistieron cientos de marbellíes, la gran mayoría partidarios de Julián Muñoz, y más de 300 informadores de 70 medios. El despliegue policial fue impresionante: policías nacionales, incluidos antidisturbios, fueron los encargados de mantener el orden fuera del recinto, mientras agentes locales lo hacían dentro. La entrada del aún alcalde a la sala de plenos fue recibida con gritos de «¡democracia, democracia¡», «¡Julián, amigo, el pueblo está contigo!» y «¡Queremos a Julián!». Al contrario, los concejales que apoyaron su caída recibieron insultos a su llegada al edificio, que realizaron protegidos por la policía tras acudir juntos en un autobús, cuando entraron a la sala e incluso durante sus parlamentos. En su primera intervención, Marisol Yagüe explicó, entre gritos y abucheos, que la moción de censura «es lo mejor para Marbella» porque «la forma de gobernar de Julián Muñoz no es la adecuada», y puede conducir al «rápido empobrecimiento» de la ciudad. Tan sólo prometió un gobierno marcado por el «consenso, la transparencia y el pluralismo político». Julián Muñoz, interrumpido por los aplausos, dijo que no había escuchado un solo motivo que justificara la moción, que calificó como «traición al pueblo» y «golpe de Estado contra la democracia», comparable al de Tejero. Y señaló a sus autores: «detrás de todo esto están Jesús Gil y José Antonio Roca (el gerente de Urbanismo al que él cesó) e intereses que no acierto a comprender». «Mi tumba comienza -aseguró- cuando no sigo las directrices de las llamadas telefónicas». Para Muñoz, «el cese de Roca fue el detonante» de su caída así como su acuerdo con la Junta de Andalucía para aprobar un nuevo plan de urbanismo. Ahora, anunció, recogerá firmas para que se disuelva el Ayuntamiento. Se acabó el espectáculo «Hoy se acaba el espectáculo, hoy empieza la democracia», aseguró la ex socialista Isabel García Marcos, que fue la más abucheada. El andalucista Carlos Fernández afirmó que a partir de ahora «se va a saber lo que se hace, cómo se hace y quién lo hace». Por su parte, Angeles Muñoz, del PP denunció el «espectáculo bochornoso», «de vergüenza ajena» que se estaba dando y aprovechó para cargar contra postulantes y contrarios de la moción. «Aunque el Gil oficial haya desaparecido, el Gil oculto, el de los intereses, las urbanizaciones y los convenios, va a estar más presente que nunca», afirmó. Alberto García, fiel a su tío Julián Muñoz, empleó palabras gruesas contra la «escoria política» que apoyaba la moción. Y lanzó esta advertencia a la nueva alcaldesa: «el ayuntamiento no se gobierna estando todo el santo día de compras en el Corte Inglés y en la peluquería». «No soy persona de problemas, soy trabajadora y quiero ser alcaldesa de todos», manifestó conciliadora Yagüe tras jurar su cargo. Ni una sola palabra de su programa de gobierno. Fuera del Ayuntamiento, Julián Muñoz advertía a los periodistas que van a tener mucho trabajo. «Es una bailaora buena», decía de su sucesora, que es solista de un grupo rociero. Era su último día de alcalde. Y ni siquiera, repite, le han dado los 100 días de cortesía. Tan sólo 42. Julián Muñoz considera a Isabel García Marcos directa responsable de su destitución. En su intervención le dedicó palabras gruesas. La acusó de ser «desleal a la democracia, indigna de ser responsable política, y menos del PSOE» y, como todos en Marbella, se extrañó de que tras ser «martillo de Gil» y «meterle en la cárcel», se alíe ahora con él y «los ocho de Madrid». Isabel García Marcos a duras penas pudo explicarse entre continuas interrupciones y gritos de «¡fuera, fuera!». La concejala, cuyas denuncias inhabilitaron a Gil, defendió la legitimidad de la moción porque la apoyan la mayoría de los concejales, que son los que ostentan la representación del pueblo. Y esgrimió una amplia lista de motivos: la ingobernabilidad en que Muñoz ha sumido a Marbella, la pérdida de confianza de su equipo de Gobierno, su talante antidemocrático, la falta de transparencia o los escándalos financieros. «No hace falta que nadie nos pague, es suficiente pago acabar con este desmán», afirmó. Presenciando la sesión estaban varios socialistas. Francisco Parra, militante de base, y Ana Lescheira, número 9 en la lista de Marbella. Se sienten traicionados. Tratan de encontrar una explicación lógica. «Su carrera política estaba agotada y ha buscado su última oportunidad. Quizá no por dinero, sino por afán de poder», afirma el primero y asiente la segunda.