| Crónica | La semana política |
En España hay mil Marbellas
El descabalgamiento de Julián Muñoz de la próspera alcaldía de Marbella simbolizala derrota de los espabilados frente a los corruptos de toda la vida. El fugaz alcalde, apodado «Juliáni» por la prensa del corazón, se envalentonó, se enamoró, desafió y cayó. Una vez en su mano el bastón de alcalde por circunstancias judiciales de su jefe y mentor Jesús Gil, pensó que podía quedarse solo con el negocio. Y a Gil le bastó con activar el mando a distancia, trenzar la más inverosímil alianza con sus oponentes de siempre, entre ellos la socialista -o ya ex socialista Isabel García Marcos-, y a Juliáni se le acabó la luna de miel con la política. Con la tonadillera está por ver pero este tipo de caídas no suelen venir solas. El final del culebrón de Marbella en el que se mezclaban política y negocios está siendo valorado de forma muy diversa en la circunstancia política que vive España determinada por una transición a plazo fijo, el plazo de un curso político. En ese curso -nunca suele suceder así- se renovará el presidente de la Comunidad de Madrid, el de Cataluña y el de Andalucía -que suman demográficamente la mitad de España--, más el presidente del Gobierno español que es el «gordo» y la pedrea de la representación en el Parlamento Europeo en una legislatura de transición de quince a veintiséis países miembros. Para algunos lo sucedido en Marbella es intolerable democráticamente porque al fin y al cabo Julián Muñoz encabezaba la lista ganadora por mayoría absoluta en las municipales de hace menos de tres meses. Para otros, aunque parezca increíble, el final el culebrón pone las cosas en su sitio porque no es de recibo que los encargados de los negocios se subleven y quieran desbancar a los dueños. Asunto aparte, por supuesto inadmisible, son los métodos y las transacciones mercantiles, probablemente sin rastro, que haya podido acarrear la operación de restablecimiento del «orden» en Marbella. Ahí la Fiscalía tiene un pastel interesante a clarificar. Y seguramente en la sed de venganza, más de que de justicia, del ex alcalde Julián Muñoz está el principal apoyo a la investigación. Lo que sí ha quedado claro después el episodio marbellí son dos cosas: la primera es que en la política municipal española, repleta de alcaldes honrados por cierto, hay personajes salidos de la nada económica que se enriquecen hasta el límite de regalar a sus novias costosísimas fincas sin que sepa de donde salió el dinero. Casi nunca es tan descarado todo como en Marbella pero a esa creencia popular de corrupción institucionalizada, Gil, Muñoz y otros de su especie le ponen nombres propios. Isabel Pantoja, hasta el momento la única beneficiaria económica declarada del asunto, le ha puesto publicidad y así el debate de la corrupción ha entrado en la prensa rosa y en los programas televisivos veraniegos. Gran ocasión perdida por cierto por la oposición que sigue de vacaciones o aturdida, como les decíamos, por la ola de calor. En toda España La segunda constatación es que Marbella se ha convertido en chivo expiatorio de una situación desgraciadamente extendida. Marbella por su dimensión, por el valor de los terrenos y por su promoción solo hay una. Pero en España hay otras parecidas. Que cada uno piense en su comunidad a ver si encuentra indicios «marbellíes». Planteada la sugerencia esta misma semana en una cena privada con la participación de varios profesionales en solo veinte minutos aparecieron varios casos. Comenzó un edil gallego a narrar supuestas conversaciones privadas entre constructores y el anterior alcalde de Bayona que ponían los pelos de punta. Guardaremos de momento los detalles y los números. Alguien apuntó allí a la pretendida operación del presidente del Celta de Vigo, Horacio Gómez, de trasladar el estadio de Balaídos para edificar un gran centro comercial, etc. todo por supuesto a costa del Ayuntamiento. La mezcla de fútbol, política y especulación de lo narrado cada vez se parecía más a un retrato de Marbella pintado en Vigo. «Menos mal que en Vigo hay ahora un alcalde que se llama Ventura Pérez Mariño que difícilmente Horacio lo doblará, sino estaba hecho», apuntó en la cena T.L. , médico de profesión. Un arquitecto presente en la conversación que implora preservar su identidad para seguir con empleo sentenció: «Galicia es el lugar de España en el que yo he trabajado donde más fácil es legalizar por algún resquicio lo que se edificó ilegalmente. Por eso el método es tirar para adelante y ya se verá». Pero no solo había gallegos, catalanes y madrileños en la reunión aportando casos. Un murciano contó como el ascenso inesperado del equipo local a Primera División ha favorecido la operación especulativa de traslado del estadio de La Condomina para urbanizar la zona norte de la capital que ya se ha convertido en la octava ciudad más poblada de España. Conclusión: Marbellas, diseminadas, habrá mil en España. Así las cosas no se entiende la pasividad política y social ni tampoco la orden de disolver la división de Economía y Tecnología de la CNI (Central Nacional de Inteligencia) ocupada de investigar la corrupción en España. De ella en su día el ministro Josep Piqué comentó a Diario de León: «Cada día al llegar a mi despacho encontraba un sobre lacrado con sus informes, por lo general excelentes.» Se supone que los espías enfocarán sus antenas ahora hacia otra parte. La corrupción no interesa al Gobierno.