| Análisis | Divididos por la sucesión de Mahoma |
Nayaf, ciudad santa chií
Dejando a un lado el ínfimo porcentaje de cristianos, la tarta religiosa iraquí se la reparten dos ramas del Islam, chiíes y suníes concretamente. Las disputas entre ambas vertientes, las más importantes de cuantas siguen la doctrina de Mahoma, tienen una larga tradición en buena parte de los continentes asiático y africano y están especialmente enraizadas tanto en el país que fuera feudo de Sadam como en el vecino Irán. La diferencia esencial en la doctrina de unos y otros reside en la importancia que se le da a los cuatro líderes religiosos que sucedieron al profeta. Los suníes consideran a todos ellos representantes de Mahoma a un mismo nivel y en su ideario siguen estrictamente lo estipulado en la Sunnah (el documento que recoge los episodios de la vida del profeta). Por el contrario, los chiíes defienden que el único heredero legítimo es Alí, el cuarto de los discípulos, y permanecen fieles a su libro, la Chía. A este último grupo pertenecen la mayoría de los habitantes de Irak (también los de Irán, Yemen o el Líbano), entre los que se encontraba el ayatolá que fue asesinado ayer. Mientras, entre los seguidores de la otra doctrina se cuentan la mayoría de los musulmanes de todo el mundo y también Sadam Huseín y los miembros de su extinto partido Baaz. Tras la guerra, la situación religiosa ha trascendido a la política y en el nuevo gobierno iraquí hay cinco chiíes y dos suníes. La confrontación de creencias fue uno de los principales motivos para que Mohamed Bakr Al Hakim se convirtiera en firme opositor al ya depuesto presidente. Una actitud que le hizo acreedor del sobrenombre de Jomeini iraquí (en referencia al conocido ayatolá) y le llevó a prolongar hasta 23 años su exilio en Irán (antes había pasado dos veces por la cárcel y en 1983 la policía detuvo a 125 miembros de su familia, para luego ejecutar a seis de sus hermanos). A su reciente regreso a Irak, Bakr Al Hakim se ganó el afecto de las fuerzas de la coalición por su defensa de una postura de convivencia con los aliados. Sus proclamas desde el púlpito le hicieron acreedor de múltiples enemigos (sobre todo entre los suníes), lo que le llevó a reforzar su seguridad (más tras el atentado del domingo que costó la vida a los guardaespaldas y el chófer de su tío, el ayatolá Mohamed Sayed Hakim). El mismo había sufrido en los últimos años otros siete ataques de los que había logrado salir vivo. Ayer no tuvo tanta suerte. La influencia de Nayaf A la figura más importante del chiísmo iraquí le alcanzó la muerte después de pronunciar ante sus fieles un discurso cargado de críticas contra el partido Baaz y sus ataques a las tropas estadounidenses. El lugar elegido para la prédica fue Nayaf, que junto a Karbala es una de las más importantes ciudades santas para los chiíes, que la consideran como un centro de peregrinación mundial. La localidad, que en breve estará bajo control de la Brigada Plus Ultra, también fue el lugar desde el que se desencadenó la resistencia contra la colonización británica. Además de luchar contra los suníes, los chiíes de Irak están enfrentados entre ellos por el control del poder interno. En el país se mezcla un explosivo cóctel de creencias peligrosamente infravalorado.