Diario de León

Aznar revela a la plana mayor del partido el nombre de su sucesor y candidato del PP

Rajoy es el elegido

El vicepresidente primero del Gobierno será el rival de Rodríguez Zapatero en las elecciones generales de marzo del 2004

Publicado por
Manuel Campo Vidal - redacción
León

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Todo el censo disponible de políticos y de periodistas se lanzó desesperadamente desde el viernes a la busca de un indicio, de una mísera pista, para adivinar el nombre del sucesor de José María Aznar. Algunos dirigentes del PP daban lo que fuera por felicitar por anticipado al ganador. Incluso algunos espabilados se adelantaron para probar fortuna. Y por duplicado para curarse en salud. Pero se les atragantó el desayuno porque el nombre de Ángel Acebes irrumpió entre los apellidos Rajoy y Rato que seguían en la cabecera de las apuestas. Al fin y al cabo era el nombre que siempre había adelantado Felipe González: «Lo nombrará a él porque no puede poner a Ana Botella». Aunque el Madrid político se fue a dormir el viernes encomendándose a Dios con unas jaculatorias de Mariano Rajoy, ayer se disparó el convencimiento de que Aznar podía estar preparando otro golpe de efecto. Es bien sabido que como contraprogramador televisivo no tendría rival. En su silencio se leía el miedo a la capacidad de generar chascos de Aznar, sin duda alguna el más solitario y críptico de los políticos españoles civiles del último siglo. En el clima pro-Acebes de esas horas, un destacado hombre de negocios, después de asegurarse total confidencialidad sobre su nombre, contaba una historia muy significativa. «Fue Villalonga, el que me dió un buen consejo. Mira, me dijo, de todos los políticos del PP con el que más debes relacionarte y al que más debes cuidar, además del propio Aznar, es Acebes. El futuro pasa por él». Al mediodía dos dirigentes del PP consultados también apostaban por la gran sorpresa que finalmente no llegó. Si la retirada de Rato se confirma, Mariano Rajoy, que se ganó todo el crédito dentro del PP y el respeto de muchas personas de fuera dando la cara en las horas más difíciles de la crisis del Prestige y de la guerra de Irak, tendrá manos libres para una refundación del partido. Esa perspectiva se abre catorce después de que Fraga entregara el testigo a Aznar dejándose convencer por el propio Rato, entre otros, de que era mejor candidato que Isabel Tocino. Pero Rajoy como sucesor no solo es una gran noticia: es una doble noticia. Despeja la incógnita del candidato a la Moncloa y cesa como candidato virtual permanente a la Xunta de Galicia. Se cierra por tanto una gran sucesión y queda despejado el camino para la otra. Fraga, al que Aznar rompió una vez más el calendario porque tenía en mente sustituir al secretario general Xesús Palmou antes de que se anunciara el sucesor, se libera en cierto modo también de la expectativa de una vuelta a la política gallega de Rajoy al que en público en su despedida le espetó: «Vaya usted a Madrid, cásese y aprenda gallego». Mariano Rajoy fue a Madrid, se casó, aunque en Bayona, y aprendió sobre todo latín que sigue siendo la lengua del poder y no solo en la Iglesia Católica.

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