Diario de León

El censo de jubilados multiplica por cuatro el de los agricultores en activo

José Antonio Turrado, en el centro, durante las últimas elecciones a cámaras agrarias

José Antonio Turrado, en el centro, durante las últimas elecciones a cámaras agrarias

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A. Núñez - león
León

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En paralelo con la caida de la población activa agraria los precios de la tierra cultivable tienden también a estabilizarse o bajar desde hace un año después de subidas espectaculares a raíz de las primeras ayudas de la PAC, cuando, casi por el sólo hecho de ser propietario, se tenía garantizada una cierta renta por hectárea, estuviera trabajada o no. Aquella lluvia de millones provocó que los dueños de las fincas las arrendaran contabilizando a mayores lo que la UE les iba a dar gratis cada año. Ahora los precios, tanto de compraventa como de arrendamiento han vuelto a sufrir un parón, sólo achacable a que, aunque las subvenciones persistan, son cada vez menos los agricultores dispuestos a trabajarlas y sacarles rendimiento con sus propias manos. Según la última estadística sobre el valor de los terrenos rústicos en León, realizada por la Junta hace poco más de un año, el precio de venta de una hectárea de secano puede estimarse, por término medio, en 1.972 euros (algo más de 300.000 de las antiguas pesetas) en tanto que una de regadío oscila en torno a los 9.500 euros (1,6 millones de pesetas). Del mismo modo el arrendamiento de una hectárea de secano apenas cuesta ya 8.000 de las viejas pesetas al año, mientras una de regadío no suele pasar de las 40.000. Los prados marginales de secano casi se regalan por mantenerlos limpios y, en cuanto a viñedos y frutales, su mercado es tan bajo que casi nadie se cree los precios que señala la encuesta de la Junta: entre 5.000 y 26.000 euros por hectárea. El número de agricultores en activo en la provincia apenas alcanza ya a la cuarta parte de los jubilados, según las últimas estadísticas de la Seguridad Social, que cifran en poco más de 12.000 los primeros y en 48.000 los segundos, todo ello sin contabilizar los trabajadores por cuenta ajena, que en León apenas representan un mínimo porcentaje del total (667 en el último censo). De acuerdo con las mismas fuentes, durante el último año el número de agricultores autónomos volvió a caer en casi 700, aunque se supone que, a partir de ahora, esta tendencia irá en progresiva disminución: «la reducción, aún siendo muy importante, del 5,73%, equivalente a sesenta bajas por mes y dos diarias, ha sido ligeramente inferior al año anterior». Según el portavoz de Asaja, José Antonio Turrado, el principal problema reside, sin embargo, en que ni siquiera estas cifras son reales, sino que requerirían «un importante factor de correccion»: las jubilaciones anticipadas de los agricultores que no tienen actividad, pero que siguen cotizando a la Seguridad Social y que suman un total de 1.25 en 960 explotaciones, entre titulares y cónyuges. El número real de agricultores en activo estaría más cercano, así, a 10.000 frente a los 12.000 oficialmente censados. Por edades, ya más de la mitad de los autónomos del campo cuentan con una edad superior a cincuenta años y se limitan a mantener explotaciones de mera supervivencia, o poco más, hasta la edad de la jubilación, tan escasas en superficie como en innovaciones de cultivos, en tanto que en la franja de los 25 a 50 años se sitúa apenas otro 40% del campesinado. Son éstos los que presisamente ahora trabajan profesionalmente las explotaciones más rentables y las preparan para el futuro, aunque éste no parece ser demasiado esperanzador para sus propias familias: en toda la provincia ya sólo quedan 71 agricultores en activo con 24 años o menos, el equivalente a sólo el 0,61% del total. También por sexos, mientras que en edades superiores a 40 años la distribución entre hombres y mujeres en la agricultura corre casi pareja, por debajo de esta edad se produce un brusco descenso del empleo agrario femenino, hasta el punto de que éste último pasa a suponer menos del 8% del total:apenas 400 mujeres en la provincia. En las tres últimas décadas el censo de pequeños agricultores se ha reducido a una tercera parte en la provincia, pasando de casi 25.000 en 1996 a los escasos 10.000 actuales, según las estadísticas del INE sobre población ocupada. La reducción de ésta última en el campo ha sido espectacular respecto a otros sectores en reconversión, como el minero, mientras que permanece estancada en la industria, aumenta ligeramente en la construcción y se consolida en el sector de servicios. Se supone que la emigración y pérdida de mano de obra durante las últimas décadas hacia otras regiones procede, casi en su totalidad, del sector agrario y de los núcleos rurales más pequeños.

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