La sustancia y la espuma

TODOS estos fastos de la sucesión y de la crisis de Gobierno pasarán y enseguida quedará la sustancia de todo ello, que es infinitamente menos gloriosa que la espuma levantada por la estrategia de la espectacularidad y por el bombo y platillo de los medios de comunicación afines. La sustancia es bien simple: Aznar cumple su palabra de marcharse al concluir su segundo mandato, nombra a dedo a su sucesor en la candidatura y remodela el Gobierno y el partido a su santo antojo, con el aplauso unánime de sus gentes y sin la más inocente discrepancia. Según revela un Pulsómetro de la SER, la inmensa mayoría de los españoles considera que eso es muy poco democrático, lo que no es óbice para que la mayoría opine que la designación de Rajoy es acertada. Paradojas o parajodas de la democracia, que dirían los del Club de la Comedia. Ahora bien, tanto alboroto y tanta alharaca no están nada justificados, a tenor de otros datos de esa consulta, ya que a la pregunta de a quién votaría usted, entre Rajoy y Zapatero, la gente da al primero solamente dos puntos más que al segundo, es decir, práctico empate técnico. Esos dos puntos son una miseria, especialmente en el contexto de una de las mayores y masivas campañas de propaganda de una operación política, que hasta se hizo coincidir con una importante cumbre autonómica del PSOE para anularla mediáticamente. Si fuese cierto, como proclaman estos días, que el PP se sale por las alturas del éxito y el PSOE no sabe de la misa la media, la respuesta lógica de cualquier sondeo fiable sería una diferencia de quince o veinte puntos a favor del primero. Pero como resulta que la pura verdad es que eso no es verdad, pues pasa lo que pasa. Rajoy es inteligente y sabe que pasará este momento y habrá que hablar de los problemas del país, y sabe que el PSOE recuperará la cancha mediática normal. ¿Qué ocurrirá entonces?.