| Crónica semanal | Los cambios en el Ejecutivo |
Aznar corta Oreja y Rato
Cuatro fotos bastan para abrir una época política y cerrar otra: las de Aznar, Rajoy, Mayor Oreja y Rodrigo Rato. El primero decidió, el segundo fue el agraciado, pero se lo trabajó dando la cara por el Prestige y la Guerra de Irak, y los otros dos llegaron a la estación término de su recorrido político. No quiere decir que de momento no sigan circulando pero, salvo catástrofe ajena imprevisible, no tendrán cuadro en la galería de presidentes del Gobierno. El acomodo de esas biografías en el nuevo escenario, se produce mientras la mayor parte de columnistas, prisioneros de la hemeroteca, libran una guerrilla exculpatoria por haber apostado a caballo equivocado. Así, Federico Jiménez Losantos , en El Mundo , se pitorrea de la Cadena SER por haber anunciado a Angel Acebes como sucesor. Cualquiera diría que la COPE acertó o que El Mundo se mojara por alguno, más allá de una fotografía del día anterior en la que aparecía Mariano Rajoy aguantándose la risa. Isabel Sansebastián, entretanto, se ha desahogado contra Aznar por el «gravísimo error de no haber nombrado a Mayor Oreja» que era su patrocinado. Otros se escaparon solo por minutos de un trago muy amargo porque en la mañana del sábado de gloria (para Mariano) protagonizaron tertulias de radio apostando decididamente por Rato. Siempre, en estas ocasiones históricas, en las redacciones de periódicos y emisoras está de guardia un vengador dispuesto a pasarles ante el micrófono una ácida nota de este porte: «No largues más de Rato que acaban de nombrar a Rajoy». Teófilo Marcos confirma que pagará la cena perdida en la apuesta sucesoria y atribuye el acierto a la condición de «gallego adjunto» de este cronista. «Tenéis los gallegos algo misterioso para detectar el futuro porque tu mujer, María, ya apostó por Rajoy en la cena de Navidad y nadie la creyó». No existe ese misterioso gen facilitador de pronósticos o los prohombres gallegos de la economía y las finanzas hubieran dedicado algún tiempo a comer lampreas con Rajoy en vez de obsesionarse con la empanada de Rato. Acertar con Mariano es más bien producto de su capacidad parlamentaria, de su resistencia en momentos difíciles y de la exclusión de otros. Cuando el PP estaba acorralado, él no se pasó a la clandestinidad como se denunció en esta crónica. Las posibilidades de Rato seguramente acabaron cuando su colaborador Fernández Norniella dudó en el ABC sobre la intervención en Irak. Mayor ya había perdido su tren en la bochornosa incomparencia en el Parlamento Vasco que tanto celebró el PNV. Pero mientras se digiere la decisión más esperada, no puede dejarse de reconocer que, al margen de que Aznar no consultó a su partido, ni lo comunicó con la debida antelación y elegancia a los afectados, la esposa de Mayor Oreja se enteró por la televisión de que su marido no iba para Presidente de Gobierno, ha tenido la grandeza de prometer que dejaría el cargo y cumplirla superando además la tentación de la bicefalia en su partido. Todavía colea aquella pregunta a bocajarro con la que Antonio Catalán interrogó a Ana Botella: «A ver si me puedes explicar como se entiende que si tu marido es un hombre de éxito que gana elecciones por mayoría absoluta se marche voluntariamente de la Presidencia del Gobierno en contra de la voluntad de su partido». Según relató a La Voz un tercer comensal presente, Ana Botella aguantó el tipo y con una sonrisa le espetó : «Vosotros no lo conoceis pero es que mi marido es muy raro». En su rareza justo es destacar que, contra lo que habían pronosticado sus adversarios, ni continuó, ni se ha quedado con un mando a distancia para manejar a su sucesor. Cierto es que tampoco le hará falta porque no se espera el más mínimo cambio hasta después de las próximas generales pero eso no le quita mérito. Ha remodelado el Gobierno porque tenía dos bajas por candidaturas, Rajoy y Piqué, y lo ha hecho con el objetivo de apuntalar a Rodrigo Rato del que se temía una espantada. Se le ha nombrado Vicepresidente primero, que ya lo fue, y, sobre todo, se ha colocado en Ciencia y Tecnología a un hombre suyo, Juan Costa. Con Rato a salvo de momento, la preocupación es ahora Mayor Oreja. «Jaime hará lo que quiera el partido», no cesa de repetir Javier Arenas. No se le ha recuperado para el Gobierno y se teme seriamente por su continuidad a medio plazo.