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Los expertos creen que el trauma de la tragedia permanecerá en la conciencia de los neoyorquinos durante 25 años

La austeridad marcará hoy el homenaje de Nueva York a las víctimas del 11-S

El silencio será el protagonista de los actos del segundo aniversario de los atentados.

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Bárbara Celis D'Amico - corresponsal | nueva york
León

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Austeridad y sobriedad. Esas son las pautas que Nueva York seguirá hoy durante la conmemoración de los atentados del 11-S. Lejos del histerismo y del histrionismo que caracterizó el primer aniversario de los ataques contra las Torres Gemelas, este año se recordará a las víctimas de aquel día en un ambiente general más íntimo y recatado. El presidente Bush ni siquiera se trasladará a la ciudad de los rascacielos y permanecerá en Washington donde se celebrarán misas y homenajes en honor a los que murieron en los ataques del Pentágono. Tampoco el vicepresidente Dick Cheney, que en un primer momento pensaba asistir a la ceremonia que hoy se celebrará en la zona cero, irá finalmente a Nueva York. «Garantizar su seguridad requeriría de medidas demasiado invasivas para las familias de las víctimas por lo que hemos preferido que no asista. Así la ceremonia será más íntima» explicó ayer el alcalde Michael Bloomberg. Sobre el suelo que vio erigirse a las Torres Gemelas se reunirán a las 8.46 de la mañana familiares y representantes civiles de la ciudad, que guardarán el primer minuto de silencio. A la hora en que los aviones se estrellaron y a la hora en que las torres se derrumbaron se sucederán esos silenciosos homenajes. Entre medias, niños y familiares leerán los nombres de las víctimas. Por la noche, el Tribute in Light , los dos halos de luz que iluminaron el cielo neoyorquino durante un mes poco después del 11-S, volverán a encenderse, algo que desde ahora se repetirá cada 11-S. Siguiendo la pauta de la austeridad, en los días previos a este aniversario no se ha sufrido el bombardeo mediático del pasado año, cuando apenas se podía encender la televisión sin encontrarse a un rostro envuelto en lágrimas o un político clamando venganza. «El pasado año fue todo muy emotivo. Pero este año estábamos todos más o menos de acuerdo en que no podíamos celebrar nuevamente otro día de duelo nacional» explicaba a The New York Times Paul Slavin, vicepresidente de ABCnews . Por otro lado, dos años después de la tragedia los fondos de compensación a las familias de las víctimas no han dado los resultados esperados: sólo el 40% han solicitado las ayudas de la ciudad lo que significa que más de 1500 personas podrían presentar denuncias millonarias contra el propio gobierno o las aerolíneas por negligencia, demostrando que esa unidad de la que presumió el país en su momento se ha resquebrajado. El trauma de aquella terrible mañana perdura en Nueva York y, en opinión de los expertos, todavía quedan muchos años, quizás los 25 que componen una generación, para que los habitantes de la ciudad dejen atrás el recuerdo y vivan el futuro sin temor a pesadillas. En el recuento de daños con la conmemoración de los dos años, los más fáciles de detectar son, por supuesto, las secuelas físicas. Si bien muchos de los edificios que quedaron parcialmente dañados ya están reconstruidos, muchas oficinas siguen vacías por falta de inquilinos que quieran acercarse a la 'zona cero', el agujero en el que se levantaban las Torres Gemelas. La herida infligida sobre el Bajo Manhattan ha dejado tullida a la zona financiera de la ciudad y faltan todavía diez años para que el proyecto de reconstrucción dirigido por Daniel Libeskind permita al menos en parte hacer olvidar la pérdida de casi 3.000 vidas.

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