Diario de León

Asegura que confesó porque los culpables le amenazaron con matarle a él y a su familia

El asesino de la baraja acusa ahora de los crímenes a dos cabezas rapadas

La Policía da más crédito a la primera versión y sigue buscando el arma del homicidio

Fotografía de archivo de Alfredo Galán tomada a su salida de la cárcel

Fotografía de archivo de Alfredo Galán tomada a su salida de la cárcel

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Paloma Abejón - madrid
León

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El asesino de la baraja sigue jugando con la Policía. Alfredo Galán, el ex militar que el pasado 3 de julio se confesó autor de los crímenes, declaró ayer ante la juez que instruye el caso que es inocente y acusó de las seis muertes que se le imputan a dos conocidos suyos cuyos nombres no quiso facilitar pero de los que sí dijo que eran cabezas rapadas. Galán dice ahora que se vio obligado a autoinculparse porque estos dos hombres le presionaron para que confesara debido a que la pistola con la que cometieron los crímenes se la vendió él y tenía sus huellas. Además, sostiene que le coaccionaron con atentar contra su vida y hacer daño a sus dos hermanas. Según esta nueva versión, en la que también reconoció que mintió al decir que arrojó la pistola Tokarev con la que se cometieron los crímenes a un vertedero, estos dos hombres le contaron todos los detalles de los sucesos, así como los motivos que supuestamente les llevaron a cometer los crímenes. Todo esto explicaría por qué Galán conocía datos de los asesinatos que no se habían hecho públicos cuando se entregó en la comisaría de Puertollano. Hasta el momento, la tesis de por qué arrojaba las cartas junto a las víctimas era que la primera (el as de copas) apareció por casualidad y Galán al ver que los medios de comunicación le había dado tanta importancia al hecho decidió seguir haciéndolo. Ahora, el confeso arrepentido afirma que los culpables le contaron el significado que tienen los naipes y fuentes de la investigación barajan ya la hipótesis de que los asesinatos tengan un tinte racista. Lo que sí ha dejado claro Alfredo Galán, que se encuentra en la prisión de Soto bajo un régimen especial de vigilancia, es que tiene miedo y por eso se ha negado a facilitar los nombres de los supuestos homicidas mientras no se le garantice protección oficial a él y a su familia. Sólo algunas pistas La juez no lo ha ordenado, así que él sólo ha apuntado a la Policía algunas posibles localizaciones de las personas a las que acusa de los crímenes y ha anunciado que si no le protegen esperará a hablar al primer día de juicio. A la salida de los juzgados, la abogada de una de las víctimas del presunto asesino del naipe (la joven ecuatoriana que sobrevivió al tiroteo de Tres Cantos) aseguró que el testimonio de Galán «encaja más que los anteriores», aunque cree que el acusado debe «aportar más datos sobre las personas a las que imputa». La Policía, sin embargo, da más crédito a la primera versión de Alfredo Galán, la que confesó en julio en Puertollano, y considera que la nueva historia puede ser una estrategia para intentar eludir los muchos años de prisión que le pueden caer o una táctica de la defensa. De momento, siguen buscando el arma en el vertedero de Almodóvar del Campo, donde llevan dos meses removiéndose escombros. Si todo lo que ayer declaró Alfredo Galán acaba siendo cierto, el ex militar podría ser procesado como cómplice de los asesinatos y obtener beneficios en la pena que se le imponga por haber colaborado con la justicia a esclarecer los asesinatos.

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