Diario de León

| Crónica | La semana política |

Prietas las filas con Aznar

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Manuel Campo Vidal - madrid
León

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Mientras Mariano Rajoy se baña en multitudes de Muxía a Pontevedra, el Madrid político, de izquierda a derecha, y el Madrid económico, se pregunta cuantas cosas cambiarán tras el traspaso de poderes de Aznar : del poder en el partido ya transferido y del poder presidencial si gana, posibilidad que a día de hoy pocos dudan excepto el socialista José Blanco: «Felipe y Aznar necesitaron tres elecciones para ganar y Zapatero ganará a la primera», sostiene el político gallego. Un sondeo de opiniones realizado esta semana ofrece una doble conclusión: por una parte se alberga alguna esperanza en que la salida de Aznar de Presidencia y el talante más abierto de Rajoy suavicen la dureza en el ejercicio del poder mostrada por el PP, especialmente en esta legislatura de mayoría absoluta. No es que Mariano Rajoy sea la esperanza de la izquierda _que motivos tiene ahora mismo para echarse en brazos de cualquiera_ pero se espera que, si llega a Presidente, mejore la calidad de vida democrática del país tan deteriorada por el acoso a jueces, fiscales, periodistas y algunos empresarios, especialmente de la comunicación. Los apercibimientos de la Unión Europea y alguna sentencia del Tribunal Supremo así lo acreditan. Pero tambien ese sondeo recoge el convencimiento de que nada cambiará, Rajoy ni nadie, mientras Aznar esté presente en el puesto de mando. «En principio este nuevo equipo no va a cambiar nada_ comenta Miguel Herrero de Miñón, padre de la Constitución_ mientras siga Aznar. Y después de las elecciones Rajoy hará más o menos cambios dependiendo de si gana o no por mayoría absoluta. Piense que los conozco a todos muy bien porque el equipo actualmente en el poder era el mío». Tiene razón. Fraga ensayó la sucesión nombrando a Miguel Herrero vicepresidente ejecutivo del PP literalmente desde una ventana de la sede de la calle Génova en los primeros días de diciembre de 1986. Tres meses después Herrero perdió el congreso que debía hacerlo presidente del partido acompañado en su candidatura de un secretario general llamado José Maria Aznar. Los barrió Antonio Hernandez Mancha, un abogado del Estado cordobés con pinta de chico ye-yé. De modo que prietas las filas en torno a Aznar y paciencia para observar cambios positivos. Por el camino dos etapas reina: el docudrama de las elecciones de octubre en Madrid, forzadas por dos tránsfugas integrantes del comando político-inmobiliario que el PSOE cobijaba ingenuamente en sus listas, y la gran sucesión de Jordi Pujol prevista para el 16 de noviembre. Sobre la primera cita se confirma día a día que Rafael Simancas, el socialista que al principio definimos como esos equipos de Segunda B que inesperadamente se plantan en la final de la Copa del Rey y pueden ganarla a penaltis, tiene grandes posibilidades de pasar a la historia sólo como finalista. Una conjunción arbitral desatinada ha obligado a repetir la tanda de penaltis y de ahí que el «miedo escénico», que diría Valdano, ya le haya quebrado varios jugadores. Que del número dos de la lista desaparezca Inés Alberdi, hermana por cierto de la expedientada Cristina y esposa de Miguel Ángel Fernandez Ordóñez, en favor de la ex ministra Matilde Fernández, le ha servido en bandeja a Esperanza Aguirre el bolero de que «vuelve el guerrismo». Probablemente la abstención será muy alta y además selectiva con una izquierda desencantada por el fiasco de los diputados tránsfugas. Esa previsible derrota socialista en Madrid la puede empañar sin embargo, el triunfo probable aunque no seguro de Pasqual Maragall a quien Aznar y su orquesta mediática persiguen a cuenta de algunas declaraciones poco afortunadas del nieto del poeta. «Esa animadversión de Aznar confiere a Pasqual un papel central en la política catalana, de un lado la derecha y del otro los soberanistas, y desde ahí se ganan las elecciones», declara el diputado Germá Bel, un cerebro económico del PSOE que por alguna razón inexplicada está guardado en un trastero. Bel ha hecho un estudio electoral al microscopio de Cataluña y pronostica la victoria de Maragall por dos razones fundamentales: por el profundo deseo de cambio después de 23 años de Pujol y porque la gente en Cataluña sabe que Maragall no es soberanista _es decir separatista_ aunque Aznar se empeñe en repetirlo y fuera se perciba así. Ha sido el dirigente de Esquerra Republicana Carod Rovira -hijo de aragonés inmigrado por cierto- el que ha visitado al lehendakari Ibarretxe para apoyar su plan y desear uno igual para Cataluña. «La gente sabe que Maragall nunca apoyará el Plan Ibarretxe _sostiene Bel_ pero que defenderá a Cataluña en Madrid con energía que es lo que aquí se pide».

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