LA FUNDACIÓN de las Cajas de Ahorro acaba de hacer público un informe sobre la vivienda en España cuyas conclusiones son demoledoras. Sencillamente no hay esperanza de poder acceder a una vivienda digna en condiciones asequibles al poder adquisitivo de la población española. Sobre todo para los jóvenes. En una espiral diabólica, tejida durante años de intereses entrecruzados, los españoles estamos condenados a acceder a una vivienda mediante compra a precios desorbitados, sumidos todos en una conspiración de especuladores en la que el Gobierno, las comunidades autónomas y los ayuntamientos son cómplices de una estirpe de constructores y promotores inmobiliarios que han hecho de nuestra necesidad su gran negocio. En los últimos años la oferta de viviendas de protección social a pasado del treinta al diez por ciento. Y naturalmente, esta circunstancia está influyendo poderosamente en esa llamada
de espiral de precios al alza sin que adivine el final de la escapada. No se libera suelo para vivienda protegida y se regula de tal forma la recalificación de terrenos para mantener la subida de los precios que el problema se ofrece sin solución. La gran pregunta que está sin respuesta es muy sencilla: ¿Por qué ninguno de los grandes partidos formula un proyecto nacional de vivienda para ofrecer casas a precio asequible y captar el voto de los jóvenes? No es una quimera, porque con el boletín oficial del Estado y el poder de las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos en la mano, la formulación sólo depende de la voluntad política.
«Mafia económica» La única explicación que se puede ofrecer a este respecto tiene forma de mafia económica. Es tanto el dinero que está en juego con la especulación inmobiliaria que sus tentáculos llegan a todas partes; a instituciones, partidos políticos, ayuntamientos y organismos del Estado. El escándalo de la Comunidad de Madrid nos ha permitido vislumbrar con toda claridad ese entramado político basado en la especulación, pero no parece que tanta obscena relación de políticos con inmobiliarias haya motivado un deseo suficiente como para barrer del mapa político a estas indeseables personas.