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| Análisis | La resolución de los crímenes |

De error en error

Publicado por
Manuel Marlasca - madrid
León

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Como si de un accidente aéreo se tratara, el «caso Rocío/Sonia» ha tenido una sucesión de errores: 1) El crimen de Sonia que nunca se debió producir si se hubiera resuelto el de Rocío con la detención de Alexander King; 2) el linchamiento mediático, vecinal, moral y de la familia de la víctima de Dolores Vázquez, además de su privación de libertad durante casi dos años, sin que hasta ahora se haya demostrado relación alguna con Alexander King, autor confeso del asesinato de Rocío; y 3) la anulación de un juicio con jurado, en el que Dolores fue condenada. Una verdadera catástrofe que cuestiona: 1) La coordinación entre Guardia Civil y Policía; 2) la utilidad de las comunicaciones a través de Interpol o, lo que sería peor, el tratamiento que de las mismas hacen los cuerpos españoles de Seguridad; 3) la investigación de quienes, paradójicamente, forman el mejor grupo de policía judicial de España: la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil; 4) los medios de comunicación que en muchos casos en España tienden a hacer juicios paralelos y señalar culpables; 5) la instrucción judicial , en el caso de Rocío Wanninkhof-, cuyo titular tiene en España en general una autonomía y competencias sin igual en Europa; 6) el ministerio público al que se le debe exigir más eficacia y rigor que los demostrados en el juicio contra Dolores Vázquez; y 7) el papel del Magistrado que presidió el Tribunal del Jurado que condenó a Dolores Vázquez. Próxima la comparecencia parlamentaria del ministro Acebes para aclarar qué pasó con la comunicación que realizó en 1998 Scotland Yard advirtiendo de la presencia de Alexander King y de su peligrosidad en la Costa del Sol, una consideración última: aunque sean miles, que lo son, las comunicaciones que cada día llegan a la policía española a través de Interpol con advertencias similares, el Ministerio del Interior tiene que tener programas informáticos y capacidad suficiente de quienes los manejan para darse cuenta de la importancia de situar en el entorno del asesinato de Rocio Wanninkhof a un inglés conocido en su tierra como «el estrangulador de Holloway» que hacía poco tiempo se había instalado precisamente en Mijas.