Aumentan las diferencias entre las capitales y el mundo rural

El desarrollo económico en la autonomía de Castilla y León se está produciendo con notables desequilibrios entre las ciudades y cabeceras de comarca y los núcleos rurales, que acabarán pagando estos últimos en forma de desertización total, según los últimos estudios sobre la renta de Caja España. Tanto en las provincias mas industrializadas, como Valladolid, como en aquellas que padecen un acelerado proceso de reconversión en minería, fábricas azucareras, lacteas, de transformación de productos agrarios, etcétera, las diferencias económicas tienden a agrandarse en pocos kilómetros de distancia. Valladolid, por ejemplo, tiene concentrada casi la mitad de su población en la capital, con un amplio abanico de oferta de empleos en la industria del automóvil, otras auxiliares o el propio comercio y servicios, pero el resto de su territorio aparece como un páramo improductivo. Este mismo contraste se ha acelerado durante la última década en León con el cierre de las minas, sólo paliado por las prejubilaciones, o en el de la liquidación por abandono de no pocas explotaciones agrarias, cuya competitividad como empresa familiar no puede resistir la de las producciones que ahora ofertan las multinacionales europeas, especialmente francesas, a través de los hipermercados de alimentación. En comarcas de antigua tradición agraria el nivel de renta de sus habitantes apenas llega ya a la mitad de sus vecinos de la capital de provincia, diferencia que se agrandará aún más cuando desaparezcan las últimas pensiones y subvenciones.