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| Crónica política | Tres campañas pendientes |

Objetivo del PP: frenar a Maragall

El Partido Popular da por vencido a Rafael Simancas, por imbatible, de momento, a Manuel Chaves y por neutralizable a Pascual Maragall

Manuel Chaves, presidente del PSOE en Andalucía

Publicado por
Manuel Campo Vidal - madrid
León

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Madrid, Cataluña y Andalucía. Tres campañas electorales en una y un solo diablo verdadero: Pasqual Maragall. El potente equipo electoral del Partido Popular confiesa en privado que da por vencido a Simancas, por imbatible de momento a Chaves y por neutralizable a Maragall. ¿El método?. Que aunque gane en diputados que no gobierne porque se considera que es el único apoyo sólido que puede tener Zapatero antes de marzo. «Que no gobierne Maragall», es la consigna de Madrid. Sin reparar en gastos. El resultado es claro: estamos a una semana de las elecciones repetidas en Madrid y a cuatro de las catalanas pero hay más pasión en Cataluña que en la capital de España. Es lógico porque en Madrid se dedican a repetir la tanda de penaltis hasta que gane Esperanza Aguirre y en Barcelona acaba, más que una legislatura, toda una época de la historia de Cataluña, la protagonizada por Jordi Pujol. Un cuarto de siglo de continuidad. Nada será igual despues del 16 de Marzo. Y se teme que pueda ir a peor. De ahí la inquietud. Esa coincidencia de campañas en el tiempo y esa diversidad de climas prueba, por si no era ya suficiente, que España es un crisol y, de paso, que los tópicos deben revisarse. Fíjense: en Madrid la campaña avanza a ladrillazo limpio a cuenta del conocido comando político -inmobiliario integrado por dos tránsfugas del PSOE muy aficionados a telefonear ante cada decisión a unos constructores que por la otra línea tenían al secretario del PP madrileño, Romero de Tejada. En Cataluña que tiene fama de seriedad, los pronósticos tan reñidos llevan al candidato pujolista Artur Mas a propuestas surrealistas como que los deportistas catalanes compitan con bandera andorrana, un país de la ONU con treinta mil habitantes de lengua oficial catalana. La propuesta ha hecho reir en Laussane en la sede del COI y también en España y en Cataluña pero ha inquietado a los andorranos que no quieren deportistas catalanes sino más clientes catalanes para sus comercios y sus bancos opacos para la Hacienda española. En Andalucía se aprobaba la Declaración de Sevilla apoyando la investigación con células madre, asunto que ha reabierto la esperanza de los enfermos de Alzheimer y de Parkinson aunque la ciencia vaya siempre lenta. Un empresario andaluz comenta la diferencia entre la propuesta de Mas y la Declaración de Sevilla conocidas el mismo día: «Miré usted: no es que los catalanes sean más serios que nosotros como se dice. Es que se ponen más serios, que es muy diferente». El que se pone serio de verdad es Alfonso Guerra cuando constata la calidad del aparato electoral del PP y la debilidad del socialista. «Lo que tienen ellos ahora lo teníamos antes nosotros pero el final de Felipe y sobre todo la época de Almunia fue tremenda. Se dedicó a disolver equipos y a quitar los tornillos del aparato. Y así se cae todo», comenta Guerra que quiere conceder todavía un resquicio de oportunidad en su pronóstico a Rafael Simancas al que apoya en mítines en el sur de Madrid. Como todo dirigente socialista valora pero teme a Maragall .«Hombre ¿a quien se le ocurre decir eso de que no dará ni una gota de agua a otras Comunidades? Es que intelectualmente es un ácrata», concede. Maragall puede ganar a Convergencia pero no llegará a los 68 diputados de la mayoría sin pactar con Esquerra Republicana. Y cuando en 1980 Esquerra tuvo la llave, pactó con la derecha, Pujol y UCD, y evitó un presidente de la Generalitat socialista. La escritora Rosa Regás es cáustica en su análisis: «Son de derechas y por eso se llaman Esquerra para disimular. Para mí no son ni de izquierda, ni republicanos, ni de Cataluña». En Barcelona, todo el mundo se siente en la antesala de un cambio de época. O Maragall o una coalición nacionalista de pujolistas y de Esquerra rivalizando en tomar distancias con España. «La deriva vasca está servida en ese caso y lo más sorprendente es que al PP no le importa», declara Antoni Castells, presunto conseller de Economía con Maragall. Las patronales empiezan a exteriorizar sus temores hacia Esquerra Republicana que apoya el Plan Ibarretxe lo que sitúa a Maragall y al popular Piqué como garantías de estabilidad. «No tengo malas impresiones por lo que estoy viendo sino todo lo contrario», comentaba Josep Piqué. Nunca tuvo el PP mejor candidato en unas catalanas y en algo se habrá de notar. El encargo de Aznar que lleva Piqué es determinante: Lo que sea menos que gobierne Maragall». Ya tiene razón Alfonso Guerra: «Ellos ahora funcionan como un reloj igual que nosotros antes. Dicen una cosa en Génova o en Moncloa y a las dos horas se repite en toda España. Así se ganan elecciones.»

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