Más enfermos en julio y agosto que en la epidemia de la gripe
La estadística mensual de bajas laborales por enfermedad arroja también datos paradójicos, como el hecho de que apenas haya variación entre los pagos de prestaciones en épocas tradicionalmente vacacionales, como julio o agosto, y las que se registran a partir de noviembre y diciembre, cuando se supone que la gripe hace estragos entre la población asalariada. Es más, el año pasado los mayores desembolsos del INSS tubieron lugar en junio y agosto, con más de 600.000 euros en cada uno de estos meses, mientras que bajó drásticamente en enero con apenas 440.000. En medio apenas se produjeron variaciones que pudieran achacarse a la climatología o a epidemias estacionales, que, por lo demás, no parecen incidir en absoluto en las cuentas de la Seguridad Social ni en la salud de los cotizantes asalariados del Régimen General. Ni en la Administración ni en las patronales se entra a valorar estas aparentes contradiciones, al menos oficialmente, aunque de forma oficiosa se reconoce lo que se da por supuesto: en verano muchas empresas dan vacaciones a sus empreados por cuenta del paro o de los seguros de enfermedad para volver a recogerlos a partir de octubre, lo que les supone un ahorro considerable en nóminas y costes laborales, además de que los trabajadores cobran su propio plus en forma de indemnización por despidos ficticios. Lo difícil es demostrarlo con inspecciones de la Seguridad Social, aunque los números canten y no precisen de mayores comentarios. En mayor o menor medida patronales, sindicatos y administración se conforman con seguir la «normalidad».