Diario de León

| Análisis | Las consecuencias del enlace |

Un respiro para la Monarquía

El enlace del Príncipe es una noticia política de gran calado y de aceptación popular presumiblemente entusiasta

La periodista Letizia Ortiz, futura reina de España

La periodista Letizia Ortiz, futura reina de España

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Manuel Campo Vidal - madrid
León

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A la clase política española, incluida la Administración, el inminente anuncio de boda del príncipe Felipe le sorprendió. Sólo en la Embajada en París circulaba ese rumor discretamente desde el verano lo que da pistas del escenario de encuentros entre la pareja. Los líderes venían de atender a desgana la campaña de Ma-drid, encajaban con incomodidad el reto de Ibarretxe y se sumergían en los importantes comicios catalanes, cuando saltó la gran noticia doble: don Felipe, por fin, decide casarse y ni su familia ni una conspiración cortesano-mediática parecen dispuestos esta vez a oponerse. El asunto es de vital importancia para la estabilidad del Estado llamado a pasar alguna prueba difícil a cuenta del País Vasco, si Dios y los catalanes tienen a bien no ampliar las incertidumbres. En un país que sólo se manifiesta monárquico cuando se relaciona la pregunta con la simpatía hacia los Reyes, la soltería de don Felipe era un factor de riesgo. Que sea el sucesor del Rey Juan Carlos y después sus hijos tendrá un grado de aceptación alto. Que por no tener descendencia, el sucesor fuera el hijo de doña Elena y de Marichalar, se prestaría a otros comentarios y con seguridad a cotas más bajas de entusiasmo popular. Noticia política de gran calado por tanto y de aceptación popular presumiblemente entusiasta que la refuerza políticamente. Al tercer intento El Príncipe se casa al tercer intento de anunciar una relación. En la primera, el entorno familiar de Isabel Sartorius dio pie a que la familia real lo desaconsejara. Contra la modelo noruega Eva Sannum cargaron articulistas monárquicos y hasta anónimos transportistas que comentaban que tenían fotos de la futura princesa desnuda en su camión. Alguien indeterminado todavía dirigió la ofensiva. Se asegura que en la primera ocasión la Reina doña Sofía mostró una oposición cerrada y en la segunda el Rey. No habrá resistencia ahora y el detalle incómodo de que la joven periodista sea divorciada se alivia por el hecho de que no pasara por la Vicaría. Al fin y al cabo en España los divorcios aumentaron otro once por ciento el año pasado, según los últimos datos estadísticos. La elección de Letizia Ortiz es ideal: profesional, popular, inteligente y culta, bella pero que no se ha exhibido en prensa del corazón o programas frívolos y de clase media, refuerza de los españoles la simpatía hacia la monarquía. Y encima es asturiana lo que le viene bien a La Zarzuela: Doña Elena se casó en Sevilla y recibió el Ducado de Lugo, doña Cristina se casó y vive en Barcelona con un deportista vasco y don Felipe, Príncipe de Asturias, se casará en Madrid, en la Almudena con una asturiana. Y todos veranean en Mallorca. Los monarcas de España deben estar felices con este compromiso matrimonial pero la Monarquía Constitucional también debe celebrarlo porque don Felipe por fin cumple con sus obligaciones favoreciendo la estabilidad.

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