| Reportaje | El Principado saluda con regocijo la elección |
Asturias brinda por su princesa
La futura Reina de España estuvo hace dos semanas en una sidrería de Oviedo con unos amigos. Durante la reunión la llamó al móvil su novio, pero ella no desveló su identidad.
_ ¿Con quién hablas, Leti?, le preguntaron sus amigos el viernes que se entregaron los Príncipe de Asturias en una sidrería de Oviedo. -Con mi novio - respondió ella, tapando el móvil. _-Déjanos hablar con él, a ver quién yé. No será Urdaci. insistieron. -No es periodista- se limitó a responder ella, acabada la conversación. -¿Y a qué se dedica, ho? -A otra cosa. Acostumbrados a tratar con un príncipe, los asturianos se desayunaron ayer con una princesa. Era una vieja demanda local. El príncipe de Asturias tenía que casarse con una asturiana. Y, a poder ser, en la gruta de la Santina. Así que ayer corrió la sidra -es justo decir que hubiera corrido igual- a la salud de la pareja. Las felicitaciones llegaron desde todos los ámbitos políticos y sociales de la Comunidad Autónoma. El anuncio puso de acuerdo a personalidades tan dispares como el presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, Graciano García, y el consejero de Justicia y secretario general del Partido Comunista de Asturias, Francisco Valledor, que sólo lamentó que la boda no se celebre en Covadonga. Una conocida Al regocijo ayudó el hecho de que Letizia Ortiz no sea precisamente una desconocida. En la ovetense calle de Pérez de Sala, donde pasó la infancia, todo el mundo conoce a «la nieta de Menchu». Es un barrio de clase media en el que viven muchos empleados de Hidroeléctrica del Cantábrico. Ahora allí ya sólo quedan las oficinas de la compañía, y en el solar que liberó una antigua fábrica de gas se ha construido el Palacio de Congresos Príncipe Felipe. La coincidencia era festejada ayer por los vecinos. «Claro, tanto venir a Oviedo, tenía que enamorarse de una asturiana», comentaban con sorna dos paisanas a la hora del vermú. En la cervecería que hay frente al número 51 de la calle Pérez de la Sala -el domicilio familiar-, había quien, a mediodía, todavía acaba de enterarse de que «la nena del primero» acababa de convertirse en la futura reina de España. A escasos metros está el colegio público de La Gesta, donde Letizia estudió parte de la EGB, y un poco más abajo, en la calle Fruela, los antiguos estudios de Antena 3 Radio, fundada por su padre, y en los que la aprendiz de periodista presentó, con sólo diez años, un programa infantil. La tradición familiar Pero Letizia Ortiz no es la periodista de la familia más conocida de Asturias. Su abuela, Menchu Álvarez del Valle, trabajó durante cuarenta años en diferentes emisoras de radio. Varias generaciones la recuerdan aún por «Puente a su problema», una especie de «Hablar por hablar» de los años 60 en el que llegó a entrevistar al futuro suegro de su nieta. Quienes llegan en avión al Principado aún pueden escuchar su voz en los anuncios en bable de la megafonía del aeropuerto. Como si quisiera despedirse de su vida normal con la pandilla de Oviedo, Letizia estuvo en Asturias el pasado viernes. En algunos locales de marcha aún tienen fresco el rostro de la joven presentadora. Es el caso de la Santa Sebe, santuario de la noche carbayona, y que en estos días mantiene un contencioso con el Ayuntamiento para poder celebrar conciertos de música el directo. Está por ver que cara pondrá el alcalde cuando compruebe que, entre las decenas de firmas recogidas contra la prohibición de los recitales, se encuentra la de la inminente princesa de Asturias.