Castrillo quiere incorporar a Saceda a los planes de restauración
«Castrillo, Saceda, Noceda y Marrubio, cuatro sitios por los que Cristo no anduvo».
Este refrán lo recogió el escritor Ramón Carnicer hace cuarenta años en la caminata que realizó durante el verano siguiendo, desde su desembocadura, el cauce del río Cabrera hasta La Baña, donde brotan sus fuentes. Castrillo de Cabrera es el municipio por donde el río discurre de manera más tortuosa. Desde la carretera, plagada de curvas, se contempla el río discurriendo entre un cañón y en algunos puntos manchado por los escombros de las pizarreras. «Cuando llegó la carretera a la gente le entró la enfermedad de marchar», sentenció un vecino de Saceda a una buscadora de recuerdos. Según el alcalde actual, Tomás Blanco, a los pueblos de Castrillo de Cabrera todavía no les ha tocado su hora en la era de las comunicaciones y las carreteras. Todos los pueblos -señala- pero especialmente Saceda, Noceda y Marrubio, conservan un gran tipismo «cabrerirés al doscientos por cien». Desde el puesto que ocupa urge la recuperación de la calle principal de Saceda, un pueblo que, como los otros dos, se cuelga con sus cubiertas de pizarra en primer plano sobre la ladera de las montañas que limitan con los Montes Aquilanos. Blanco coincide con los otros alcaldes cabreireses en la necesidad de que las administraciones públicas arbitren ayudas especiales para la restauración de los pueblos. El arquitecto Javier López Sastre indica que existe una herramienta útil en los actuales planes de vivienda. Las áreas de rehabilitación integral que financia la Consejería de Fomento pueden delimitar zonas una comarca entera y definir intervenciones concretas para salvar los conjuntos más valiosos.