Diario de León

CiU alerta del peligro de un gobierno de izquierdas que frene el desarrollo de Cataluña

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Paula de las Heras - barcelona
León

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CiU ve en el avance electoral que le auguran las encuestas un signo positivo, pero sabe que sólo tendrá una plasmación real si su candidato, Artur Mas, sigue apretando todos los tornillos; entre ellos, el que pasa por sembrar el miedo a una coalición de izquierdas capaz, a su juicio, de poner «patas arriba» el «modelo de país» creado con mimo por su federación. Con un discurso muy similar al que, durante la campaña para las autonómicas y municipales del mes de mayo trabajó José María Aznar en las regiones en las que se preveía un fuerte crecimiento del PSOE, el «delfín» de Jordi Pujol intenta difundir la idea de que nadie como CiU podrá continuar el proyecto socioeconómico que ha logrado situar a Cataluña, en muchos aspectos, «al nivel de Europa». «Es necesario advertir de esto -señaló ayer- porque con el buen funcionamiento del país pasa como con la salud: mientras la tienes no reparas en ella, pero cuando te falta lo lamentas». Del mismo modo que el presidente del Gobierno pasó dos semanas de la pasada primavera reiterando aquello de «que no nos paren España», Mas asegura ahora que para que lo alcanzado hasta la fecha no se convierta en «punto de llegada» -es decir, para que sea sólo el «punto de partida»- es preciso un Ejecutivo con unas actitudes concretas que, por supuesto, no todos los partidos poseen. «No somos tan malos» La «estrategia del miedo» lanzada por CiU -que a lo largo de la semana ha advertido de que el PSC acabaría con prestaciones como las pensiones de viudedad o los conciertos con las escuelas privadas- se ha hecho tan evidente que el líder de los socialistas catalanes ha optado por no tomársela demasiado en serio. «El PP, pero sobre todo CiU -señaló ayer en una entrevista radiofónica- tratan de convencer al electorado de que mi partido le quitará el pan de la boca». «¡Que no somos tan malos! Somos buenos», añadió con sorna. A Maragall lo que de verdad le preocupa ahora es que los votantes socialistas estén demasiado confiados en su victoria y por eso se afana en animar a que nadie se quede en casa el día 16. Cataluña es una de las comunidades que, en relación con las elecciones generales, menos participación suele registrar en sus comicios autonómicos. La movilización más alta se logró en 1995 (un 63.64%) pero las siguientes, las de 1999, sólo llegaron al 54.87%. Tradicionalmente, se asocia esa falta de interés en las elecciones catalanas a un perjuicio para los socialistas. De ahí el interés del jefe del PSC en que esta vez los suyos no le fallen.

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