Los «pagesos» tienen la última palabra
Maragall 55, Pujol 54. Este habría sido el resultado de las elecciones de 1999 si en Cataluña se cumpliera el principio constitucional del sufragio igual. «Un hombre un voto» es uno de los axiomas de la democracia, pero a veces se combinan con equilibrios territoriales que pueden producir distorsiones en los resultados, como la de hace cuatro años cuando Pujol consiguió 56 escaños y Maragal, 52. En el País Vasco se da el reparto más desproporcional de escaños por provincias, mientras en Galicia existe pero es menos acusado. LLeida vale el doble En 1999, en Lleida se obtenía un escaño con 12.000 votos, en Gerona con 15.000 y en Tarragona con 16.000, mientras en Barcelona hace falta 27.000, más del doble que en Lérida, la provincia más asociada con los «pagesos», campensinos en catalán, Con un reparto proporcional puro, distinto del actual que concede un mínimo a todas las provincias, Barcelona pasaría de 85 a 102 escaños, mientras Lleida bajaría de 15 a 7; Gerona, de 17 a 11, y Tarragona, de 18 a 15 . Equilibrio territorial El sistema tiene como objeto garantizar el equilibro territorial en un país en el que una sola provincia, la de Barcelona, concentra a más del 75% de los 5,3 millones de personas con derecho al voto. Todos los pronósticos apuntan a que se repetirá lo ocurrido hace cuatro años, cuando el PSC ganó en la provincia de Barcelona y CiU en las otras tres, de ahí que obtuviese cuatro escaños más que los socialistas con 5.000 votos menos. Maragall se enfrenta a otro obstáculo: la tradicional menor movilización de su electorado en unas autonómicas, pues en las generales siempre gana el PSC.