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| Crónica | La semana política |

Esquerra rifa el cuponazo

Las elecciones catalanas han dejado en manos de Carod Rovira el gobierno de la Generalitat, un «premio» que venderá al mejor postor y para el que no faltan ofertas

Publicado por
Manuel Campo Vidal - madrid
León

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No sería extraño encontrarse estos días a los politicos catalanes canturreando en privado lo de «No me llames iluso/ porque tenga una ilusión...». La ilusión de gobernar que alimentan todos desde Maragall a Mas, desde Saura a Carod Rovira. Solo éste último parece tener bastante asegurado su sueño porque Esquerra Republicana, despues de veintitres años de comprar lotería en balde, es quien rifa ahora el cuponazo de la Generalitat. El pasado domingo por la noche, día puente entre el sábado de reflexión y el lunes de depresión de los socialistas catalanes, Carod Rovira ya tenía posibilidades. Ahora aún más porque se evapora la posibilidad de gobierno convergentes-socialistas que le dejaría fuera de juego. Desde hoy domingo, cuando vuelva de las vacaciones que se ha tomado para no tener que definirse mientras todos le escribían cartas de amor -todos menos Mariano Rajoy-, Carod Rovira tendrá que empezar a retratarse: o gobernar con Mas o bien con Maragall y Saura. O gobierno nacionalista, casi soberanista, o gobierno de izquierdas, opción que la sociedad catalana puede digerir mejor que la española. Al fin y al cabo es la coalición que ya gobierna Barcelona y otros ayuntamientos importantes y diputaciones. Para mayor tranquilidad del respetable, aunque en Madrid la entrada de Esquerra en el gobierno catalán sigue excitando a numerosos comentaristas, el número dos de Esquerra, Huguet, que se ha quedado estos días al frente del negocio, ya ha advertido que ellos proponen «una vía catalana al nuevo estatuto distinta de la vía vasca». Las cosas han cambiado bastante esta semana que los socialistas iniciaron con un lunes triste porque esperaban una victoria tambien en diputados de Pasqual Maragall. Y que empeoró cuando los barones socialistas - y a la cabeza Rodriguez Ibarra con lenguaje un tanto tabernero- recomendaban poco más o menos que gobernar con los pujolistas. Pero el viernes Maragall obtuvo el respaldo unánime del PSOE, a propuesta de Zapatero, para negociar gobierno con Esquerra y con los ecosocialistas de Iniciativa. Fernando Onega contaba ayer en Diario de León , mejor que nadie, que la opción de Zapatero era la menos arriesgada para él aunque, si sale, tiene media crucifixión asegurada por el aparato de propaganda del PP. La otra media suelen procurarsela algunos de sus colaboradores. La semana ha modificado tambien la situación para el PP en Cataluña. La abría un lunes eufórico porque Piqué había avanzado tres escaños pero han ido comprobando que, por progresión de otros como Esquerra e Iniciativa, ya no eran decisivos para facilitar un gobierno en la Generalitat. Más claro: si hace cuatro años a Pujol le bastó el apoyo del PP para salir elegido presidente con mayoría, ahora a Mas no le basta solo con el PP. Mariano Rajoy para compensar esa pérdida de influencia se reunió el jueves con cinco líderes empresariales catalanes y cosechó una oleada de protestas sindicales y políticas además de cierta frialdad de los empresarios. Jordi Pujol ha sido el más cáustico: «Que no venga a meter miedo amenazando con el coco», le ha dicho al calificar su «intromisión» de «inadmisible». Pujol se quiere despedir tomando distancias del PP del que ha sido rehén en el Parlamento catalán los últimos cuatro años sin poder hacer lo mismo él con el PP en el Parlamento español. Y lo hará con un estilo nuevo. Ya se lo anunció a Diario de León : «Empiezo a experimentar que ahora puedo decir con claridad cosas que antes no convenía decir desde la Presidencia de la Generalitat.» En la práctica desde su conferencia Miseria y Grandeza de la política , hace dos años, Pujol comenzó a hablar de otro modo por lo que cabe intuir que con lo difícil que está la gobernabilidad en Cataluña y la tensión reinante, todavía tenemos un Pujol por conocer. Despejada por tanto la coalición convergentes-socialistas que en el fondo deseaban Pujol y algunos barones socialistas, llega la hora de la verdad, aunque Carod Rovira puede escenificar el pacto final tras un calvario negociador de varias semanas. Nadie duda que regresa de sus vacaciones con una decisión tomada pero encarecerá su precio de pacto en alianza con el tiempo. Solo si se le pasa el arroz, se quedará sin plaza en el banquete gubernamental. Mientras en Cataluña Esquerra se decide, en Madrid Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón se disponen a gobernar cuatro años sin hablarse. Las primeras medidas de la nueva presidenta han sido inequívocas: nombrar solo a dos mujeres en su Gobierno -un hombre quizás no se hubiera atrevido-, prescindir de toda la gente de confianza de Gallardón, al estilo Aznar además -Cortés supo que quedaba fuera del gobierno solo unos minutos antes que la ciudadanía-, llenar su gabinete con gentes de Rodrigo Rato y no permitir que Gallardón tomara la palabra como presidente saliente aunque venía anunciado así en la invitación del acto de traspaso de poderes. Súmenle a eso que dará la vuelta a la política fiscal y de vivienda de su antecesor y que ya han comenzado las discrepancias sobre algunas obras públicas, para pronosticar que en Madrid estos dos personajes, aún del mismo partido, nos depararán una legislatura de cohabitación a la francesa. Como cuando Miterrand presidía la República y Chirac era el alcalde de París. Acaso aquellos dos señores un tanto más elegantes en las formas.

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