Fue colaborador de Abad Urkijo quien, involuntariamente, condujo a los agentes
Susper pasó cinco meses encerrado en una casa por miedo a la Policía
El etarra se hacía pasar por sociólogo y fue castigado por ETA a buscar activistas
Los agentes franceses se dirigen a la casa donde detuvieron a los etarras
Ibon Fernández Iradi, Susper , el jefe etarra detenido el jueves en la localidad gala de Mont-de-Marsan, llevaba más de cinco meses encerrado en la casa de Las Landas por miedo a ser identificado por algún vecino o policía y ser detenido de nuevo. Según desvelaron ayer fuentes de la investigación, el etarra, venido a menos tras su primera captura hace un año, estaba dedicado «casi en exclusiva» a garantizar su propia seguridad y a captar a nuevos activistas a los que poder dirigir y que ocuparan el vacío dejado en la cantera de ETA por las 70 detenciones practicadas a raíz de la incautación de los listados de los activistas recién integrados a la disciplina de la banda terrorista que tenía en su poder. Para justificar su taciturna vida, Susper se había hecho pasar ante sus escasos vecinos como un sociólogo enfrascado en un concienzudo estudio que apenas sí le dejaba tiempo libre. A su vez, su compañera de encierro y supuesta responsable del «aparato de infraestructura» de la banda, Garazi Aldana Barrena, aparentaba ser una alumna de Magisterio de 22 años, nacida en Ciboure y novia de Susper. Lejos de dedicarse a impartir día a día instrucciones a los comandos operativos -una función en la que se ha visto relevado por el pistolero Gorka Palacios Alday-, el que fuera indiscutible jefe etarra hasta su primera detención el 19 de diciembre del 2002, ahora había sido castigado a encuadrarse como máximo responsable del subaparato de captación que ETA denomina Arrantza (pesca). En su trabajo para intentar dotar a la banda terrorista de nuevos miembros, la dirección terrorista le había asignado como lugarteniente a Francisco Abad Urkijo, también detenido el jueves, un joven de 25 años sin aparente experiencia en la lucha armada y con un limitado historial en la violencia callejera como miembro del talde Areta, un grupo Y de apoyo a ETA desarticulado por la Ertzaintza en abril de 1997. Abad fue el que condujo de manera involuntaria a los policías franceses y españoles al paradero de Susper. La Policía Nacional logró mantener el rastro de Susper a través de tres cartas de capatación redactadas en Francia por el jefe de ETA y que Maiztegi, ex concejal de EH, se encargó de traer a España.