«No es sencillo probarlo, porque el acosador procura dejar las menos pruebas posibles», reconoce el juez José Riesco
Cuatro mujeres denuncian a sus jefes por acoso moral en el trabajo en León
Una enfermera, una empleada de banca, una trabajadora de la Junta y una trabajadora social son las únicas personas que hasta ahora han pleiteado en los juzgados leoneses por acoso laboral. A falta de sentencias firmes -tres están recurridas y una cuarta pendiente del fallo del Juzgado de lo Contencioso- de momento no ha prosperado ninguna. El acoso moral en el trabajo se considera una plaga del siglo XXI, que afecta al 9% de los asalariados en el ámbito de la Unión Europea (menores de 30 años y eventuales, sobre todo) y que lo han padecido a lo largo de su vida uno de cada tres trabajadores. Salvo en Suecia, apenas existen estudios fiables. La Universidad de Alcalá de Henares realizó recientemente una encuesta según la cual el 15% de la población activa son víctimas de mobbing. «No es sencillo probarlo porque el acosador procura dejar las menos señales posibles de su actuación», reconoce el juez José Manuel Riesco quien antes de incorporarse al Juzgado de lo Social 1 de León trabajó en El Ferrol, donde dictó la primera sentencia a favor de un trabajador que fue desplazado al cuarto de calderas de su empresa y despojado de sus funciones. Pero ninguno de los dos casos que ha juzgado hasta ahora en León han prosperado. «El juez es un tercero imparcial que tiene que aplicar las pruebas que se le presentan, pero no está en la empresa y aunque estuviera no necesariamente sería testigo de la situación de acoso», precisa. «Es un tema que está por descubrir», reconoce el presidente de la Junta de Personal de la Junta, Arturo Fernández, donde en el último año han tenido conocimiento de tres casos. Sólo una ha presentado demanda en los tribunales. «Recibimos la queja por escrito y en el pleno se toma la decisión de hacer una investigación y elaborar un informe con mucho cuidado, procurando no lesionar los derechos de nadie», explica. Si los afectados se encuentran con el grave inconveniente de no encontrar testigos que se presten a declarar -«yo sólo pedía que atestiguaran que me habían puesto la mesa en el pasillo con la ordenanza», precisa una de las denunciantes- tampoco para los sindicatos es fácil hallar testimonios para esclarecer la situación. «Muchas veces te dicen claramente que no pueden hablar porque temen a las represalias», subraya. Tampoco es fácil que el trabajador disponga de documentos escritos que acrediten el acoso, añade. «No se ponen denuncias porque lo que hay detrás es una situación de miedo», asegura el secretario de Acción Sindical de CGT, Fernando Pérez. «Yo mismo he sufrido estas situaciones: fui director de oficina y ahora estoy de cajero»,asegura. Sectores como la banca, la limpieza, la administración pública y las grandes compañías en general tienen el caldo de cultivo más propicio a este tipo de prácticas que, en muchas ocasiones, acarrean problemas para la salud. Los mandos intermedios son quienes, a su juicio, practican con más frecuencia el «abuso de autoridad y fomentan una falsa competitividad» que acaba convirtiendo en enemigos a los propios trabajadores. En las consultas de psiquiatría se detecta el fenómeno del acoso por compañeros ( mobbing propiamente dicho) en lugar de por los jefes ( bossing ). «Este fenómeno se da sobre todo en la administración pública y provoca en muchas personas un auténtico pánico al alta», reconoce el psiquiatria Luis Velilla. Los trastornos de ansiedad, depresión, dificultades para dormir, falta de motivación, autoestima y sentimientos de marginación son los síntomas más frecuentes del acoso moral.