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Cataluña exige cordura al PP

La avalancha de críticas vertidas desde el Partido Popular contra el nuevo gobierno catalán ha creado un «frente común» de todas las formaciones, incluida CiU

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Manuel Campo Vidal - madrid
León

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Cómo se percibirá en Cataluña la ofensiva del Partido Popular contra el gobierno Maragall que hasta Duran Lleida, un democristiano considerado próximo a los populares, ha tenido que salir en defensa del tripartito. Compruébenlo sin intermediarios entrando en la página web de Unió Democrática. En su carta semanal, Durán señala que los últimos ataques el PP contra el gobierno de Cataluña demuestra que se trata «de la pura derecha, la más rancia, que recupera en boca de Fraga la amenaza del Ejército y de Zaplana y Aznar la cantinela de la segregación». Duran señala su profunda preocupación al entender que el PP y su «coral mediática» han «enloquecido» encendiendo la llama de la división y denuncia a Aznar «por poner en peligro la cohesión de España». La gravedad de estas acusaciones reflejan la desazón que existe en la opinión pública catalana, incluso en la más moderada, por la actitud del Gobierno Aznar. Su relevancia la adquiere el hecho de que el autor de esta réplica sea un hombre habitualmente templado que ha perdido las elecciones, que le debe doler la victoria maragallista, y aún más el pacto tripartito, pero que sabe que por el camino de crispar la vida política se viaja solo hacia el abismo. Mientras en Madrid el episodio produce manifiesta inquietud, Cataluña, en su mayoría, está de fiesta: los electores socialistas, de Esquerra o de Iniciativa, porque sus líderes gobiernan pero también un amplio grupo de votantes de otras opciones, profundamente demócratas, por entender que después de 23 años ya toca la alternancia. El resto navega entre el escepticismo y el rechazo a este tripartito, pero esa posición está perfectamente integrada en el paisaje político catalán menos rudo que el español. Por eso no se entiende la ofensiva del Partido Popular ni se sabe quien la inspira con esos rasgos de dureza. Y sin pensar en el riesgo que se asume porque esta gente que toma el relevo, aunque se pueda discrepar de sus planteamientos, son unos profesionales. «Maragall ha comenzado a gran altura y seguirá así porque él es más hombre de gobierno que de oposición, e incluso que de partido», señala a Diario de León el profesor Manuel Castells, amigo desde hace 40 años del nuevo President con el que empezó a trabajar en clandestinidad. Carod Rovira apareció el jueves por la noche en una entrevista en TVE y sorprendió a la audiencia en la línea de viveza y seriedad que les ha venido adelantando este periódico desde hace meses. Saura, «el tercer político» del gabinete es un ecosocialista muy sensato. Y el resto del gobierno Maragall que tomará posesión mañana está lleno de excelentes alcaldes de grandes ciudades, expertos en gestión: Nadal de Gerona, Siurana de Lérida, Montserrat Tura -sobrina por cierto de Jordi Solé Tura- de Mollet, etc. Son gente que conformará un gabinete de altura. Los «descalificadores», precipitados o interesados, lo tendrán difícil para escapar del ridículo porque los hechos, salvo imprevistos, los desmentirán. Suma y sigue Fíjense sino en el debate de investidura: Maragall tendió la mano al PP a pesar de las agresiones de Zaplana inmediatamente anteriores. Josep Piqué, el mejor candidato de la historia de los populares en Cataluña, en su respuesta rayó a gran altura pero después sus colegas de Madrid le arruinaron el esfuerzo. Observen el trato que dispensa Maragall a su antecesor Pujol a diferencia de la persecución a la que fue sometido Felipe González y que aún dura siete años después. No se pierdan el primer acto público de Maragall, antes del relevo formal incluso, visitando una escuela de Canovelles con una tercera parte de alumnos inmigrantes. Y suma y sigue. Diario de León está en condiciones de adelantar que el objetivo del gobierno Maragall en los próximos meses se centrará en desmentir la campaña desaforada de insidias con una gama de políticas sociales decidida e innovadora para poner en aprieto a los calumniadores. Otra cosa es que los tiempos sean cortos y el aparato de denostación muy poderoso como para que Zapatero pueda recuperarse del cerco. Su salida ayer al balcón de la Generalitat, arrastrado literalmente por Maragall, y el clamor popular con que se le recibió, alimentan su esperanza nunca perdida de que gobernará después de Marzo. De ahí que vaya repartiendo carteras a crédito: Bono será ministro, Miguel Sebastián, antiguo director de Estudios del BBVA, también. Pero si gana, claro. Zapatero, con el que Diario de León conversó brevemente el día de la Constitución, está convencido de que eso será así mientras su entorno lo pone razonablemente en duda, salvo Pepe Blanco, cuya moral es incomparablemente superior a la del Alcoyano. El PP está seguro de la victoria de Mariano Rajoy pero quiere una mayoría absoluta por goleada para evitar el gran disgusto: un posible gobierno a la balear, un «todos contra el PP» ganado a pulso, desde luego. Basta observar el Congreso esta semana en la despedida de Aznar al que todos acusaron de dejar un pais mucho más aislado internacionalmente que cuando lo recibió. Hacía 25 años que la soledad del partido en el gobierno -el que fuera- no era tan patética. El empeño de reformar el Código Penal a la medida de posible cárcel para Ibarretxe y Atutxa sin cumplir los trámites exigidos por la ley, dejó a los populares sin el apoyo de nadie, ni siquiera de los diputados canarios, que ya es decir. Entretanto Arzalluz se quedó sin delfín porque Imaz, más dialogante, acabó ganando a Eguibar. También Pujol ha presenciado la derrota de su «hereu», Artur Mas. Y Aznar, que testó sobre Rajoy, está haciendo lo imposible por ponerselo difícil. Por qué ¿quién si no, es el guionista de la película de miedo que cuentan Zaplana y Arenas?. De la Asamblea Federal de IU no saldrá finalmente una decisión sobre si la coalición adopta un nuevo nombre, tal y como pretendía la dirección de la formación. La presidencia del máximo órgano entre congresos pactó aplazar este punto hasta una futura conferencia estatutaria a celebrar antes de verano de 2004, habida cuenta de que, una propuesta de Llamazares provocó una contestación más fuerte de la esperada.

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