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Los populares ven difícil el enfrentamiento porque no le consideran candidato a la presidencia | Crónica | La «fiebre» de las reformas |

Rajoy no debatirá con Zapatero porque sólo encabeza una coalición contra el PP Brecha abierta en el PP

El director de la campaña electoral garantiza que Aznar tendrá un papel protagonista La dirección popular se

José Luis Rodríguez Zapatero mantuvo ayer un encuentro con los medios de comunicación de Lanzarote

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Ramón Gorriarán - ep | madrid madrid

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El cara a cara preelectoral entre Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero es cada vez más complicado que llegue a celebrarse. El director de la campaña del PP, Gabriel Elorriaga, aseguró que es un debate difícil puesto que, a su juicio, el PSOE sólo aspira a formar un conglomerado de partidos con los que alejar a los populares del Gobierno. «Si esto es así, habría que debatir con conglomerados», dijo. Según explicó, José María Aznar tendrá un papel protagonista en la campaña de Rajoy. El secretario de Organización del PSOE, José Blanco, aprovechó el reciente nombramiento de Elorriaga como director de campaña del PP para pedirle un debate entre Rajoy y Rodríguez Zapatero lo antes posible. El líder socialista ha llegado a aceptar una oferta de la Cadena Cope para celebrar ese cara a cara, pero los populares no aceptan el ofrecimiento. Elorriaga explicó que hay «dificultades adicionales» para celebrar este debate, ya que el PSOE «no aspira a ganar al PP en las elecciones», sino a encabezar «un conglomerado de partidos que, sumados, puedan desplazar al PP del Gobierno». Cabe recordar que este fue el mismo argumento empleado por la ahora presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, para no debatir con el candidato socialista, Rafael Simancas, puesto que consideró que formaba una coalición no oficial con IU. «Si quisiéramos saber cuál es la alternativa de Gobierno, no nos vale con conocer el programa del PSOE, hay que conocer el programa de ese potencial gobierno de conjunto de fuerzas de izquierda y nacionalistas», dijo. Pese a que la petición socialista era celebrar el debate cuanto antes, según Elorriaga la decisión se tomará durante la campaña electoral. Una campaña que, según su director, será «sustancialmente» similar a la que el PP ha desarrollado en elecciones anteriores. Eso sí, teniendo presente que los populares presentan un nuevo candidato. El papel de Aznar en la campaña será «muy relevante» y «muy protagonista», ya que es «un enorme activo» del partido. «Intentaremos con todos nuestros candidatos, con Mariano Rajoy, con Aznar y otros líderes del partido, llegar al mayor número de rincones de España con nuestro mensaje», dijo. Para el coordinador de la campaña popular, la imagen de Rajoy es «bastante conocida» entre los españoles por su «mucha experiencia» en distintos niveles de Gobierno, en los que, a su juicio, ha demostrado «capacidad de diálogo y entendimiento». La «fiebre» de reformas estatutarias surgida al calor de los movimientos en el País Vasco y Cataluña han abierto brechas internas en los dos partidos mayoritarios. Además de estas dos comunidades, Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana y Madrid han puesto sobre la mesa demandas de más autogobierno. La dirección del PSOE bendice todas, menos la del lendakari, y la dirección del PP no bendice ninguna. La cerrazón de la dirección popular choca con los afanes reformistas de algunos gobernantes y dirigentes autonómicos. Entre los socialistas, la situación es inversa, la comprensión de la dirección hacia las reformas suscita los recelos de varios «barones» sobre el alcance de los cambios, en especial los de Cataluña. Mariano Rajoy ha hecho saber a sus colaboradores que de cambios en los estatutos de autonomía nada de nada, al menos por ahora. El secretario general del PP no está dispuesto a que el plan Ibarretxe y la anunciada reforma del Estatuto de Cataluña sean las espitas que abran un nuevo periodo de tensiones territoriales. La negativa ha sido acatada sin reparos por los líderes autonómicos del partido gubernamental y las reivindicaciones autonomistas, hibernadas, aunque no olvidadas. La negativa, sin embargo, tropieza, según recuerdan dirigentes populares, con las lecciones de la historia que demostraron que la oposición de Alianza Popular y de UCD a las demandas autonómicas de la transición pasaron una costosa factura electoral que después el PP tardó años en cancelar. Un ejemplo muy citado es el rechazo de los centristas y aliancistas a que Andalucía accediera a la autonomía por la llamada vía rápida, artículo 151 de la Constitución, cuestión que se dilucidó en un referéndum en 1981 que ganaron los partidarios de esta fórmula, el PSOE, el Partido Comunista y los andalucistas. Desde entonces, los socialistas gobiernan sin interrupciones y el PP se mantiene en la oposición. Este antecedente no ha hecho mella en la firme posición de Rajoy y la dirección del partido gubernamental, avalada por José María Aznar, para frenar los aires reformistas de los populares de Madrid, Comunidad Valenciana y Aragón. En Andalucía, en cambio, el PP se mueve, de momento, en la indefinición. Rajoy argumenta hasta la saciedad que no existe una demanda mayoritaria de la ciudadanía a favor de esos cambios. Una posición secundada sin fisuras desde el Ejecutivo que reprocha al PSOE que haya introducido el debate autonómico sólo para dar cobertura nacional a las posiciones de Pasqual Maragall como presidente de la Generalitat de Cataluña.