| Entrevista | José González |
«La gente a veces equipara la minusvalía física a la psíquica»
Ingresar en la universidad supone haber superado antes otros muchos obstáculos en la «lucha diaria por la independencia» que lidian personas como José González, un joven de 27 años a quien un accidente de tráfico le privó del 90% de la visión. Su opción no había sido estudiar y sin embargo ahora está en tercero de Derecho. «Dejé de estudiar en la EGB porque no quería ser esclavo de los libros y trabajaba como autónomo de la construcción», explica. Su vida cambió después del accidente. Primero fueron las operaciones para recuperar el máximo de visión y paralelamente, el «golpe psicológico para afrontar el futuro». Luego la lucha social: «A veces la sociedad nos hace más discapacitados de lo que somos, por ignorancia y por comodidad, como si sólo tuvieran que apoyarnos amigos y familiares». Se afilió a la Once y durante un año trabajó para aprender braille y manejar las tecnologías de adaptación: sus herramientas son el bastón, las lupas, las telelupas y el reproductor de braille. El braille speaker funciona como un procesador de textos. Se preparó y superó las pruebas de acceso a la universidad para mayores de 25 años. Su vocación de constructor le inclinaba a la arquitectura, pero tuvo que enfrentarse a sus limitaciones visuales para el dibujo y «buscar la oralidad». «Hay que ser prácticos», fue la primera lección que aprendió. No ha perdido ningún curso. -¿Cuál es la clave de tu éxito? -En esta carrera lo indispensable es la constancia y el trabajo diario, así como intentar abrirte a campos extraodentes. Para mí lo peor fue el primer año y los primeros días. Los murmullos. Creo que la gente a veces equipara la discapacidad física a la psíquica y no se admite fácilmente que estés en primera línea. Con mi limitación a veces puedo desarrollar más que una persona sin ella. Es cierto que el 70% del mundo se capta a través de la vista, pero todo es interpretación y nosotros somos capaces de interpretar a través de otros medios. -¿Existe algún trato de favor? -Las personas con discapacidad tenemos la matrícula gratuita, pero de los profesores aquí no hay favor para ningún alumno. -¿A qué te gustaría dedicarte profesionalmente? -Fiscal, juez o abogado del Estado. Son metas muy altas porque son oposiciones duras y tengo dificultades añadidas. -La reserva de plazas en la Administración para personas con discapacidad. ¿Te servirá de algo? -A mí eso no creo que me resuelva nada. La administración no cubre esas cuotas mínimas reguladas, cuando es la primera que tiene que dar ejemplo. -¿Qué recomendarías a los conductores? -Prudencia, serenidad. Las normas están para todos y saltárselas no sólo comporta un riesgo personal. Hay que ser tolerantes. Yo, al día de hoy, no sé quién fue el causante de mi accidente porque se dio a la fuga. -¿El Año Europeo de la Discapacidad ha servido para avanzar? -Me parece más simbólico y de imagen que real. La sociedad tiene que facilitar el acceso y educarse en el mundo de la discapacidad. Pero vas a una institución pública y no hay impresos en braille o sales de casa, como esta mañana, y metes el pie en el registro. En el lavapies de San Marcos ya me he mojado los pies alguna vez. No nos preguntaron por las obras pero cuando llegaron las elecciones vinieron a perdirnos el voto.