Diario de León

Un bochorno llamado sintrón

El Hospital de León hacina diariamente a una media de 160 pacientes de avanzada edad en un angosto pasillo y durante horas hasta que reciben los resultados de su analítica

Publicado por
M. Romero - león
León

Creado:

Actualizado:

Son las ocho de la mañana y ya hay docenas de personas apretadas en un estrecho pasillo para coger número al estilo de las carnicerías. Con el papel en la mano, esperan pacientemente su turno. Aquí no valen las prisas. Cuando se pone en marcha el marcador electrónico que da la vez, los pacientes van entrando uno a uno en la sala donde una amable enfermera les extraerá la sangre en vena. Su muestra seguirá un largo camino hasta que sea analizada y se obtengan los resultados, que entre dos y tres horas más tarde serán devueltos a los enfermos con el calendario de la dosis correcta de sintrón que han de tomar durante el mes siguiente, un tratamiento anticoagulante administrado principalmente a los afectados por patologías cardíacas que evita la formación de trombos. Durante esas dos o tres horas, los pacientes, en su mayoría de avanzada edad, prefieren mantenerse en la sala que irse a tomar un café o dar un paseo, tal y como les sugieren desde el servicio. Esta circunstancia no hace sino obstaculizar aún más el reducido espacio que tienen asignado. La estadística de Hematología revela que actualmente siguen en León este tratamiento ambulatorio 31.478 personas; en 1996 eran 13.838. A otras 6.307 les fue administrado durante su ingreso en el centro sanitario. Teniendo en cuenta que el servicio no funciona un día de diario ni los fines de semana y festivos, la media de pacientes a tratar cada día es de 161, tanto en el Hospital como en los ambulatorios de José Aguado y la Condesa y en algún que otro centro de salud. La doctora María Jesús Moro admite que los sanitarios «están desbordados», aunque precisó que la reforma del Hospital ya prevé una solución para mejorar la asistencia. «Esto no es digno», sentencia una usuaria que lleva más de 20 años en tratamiento. «Parece que estamos dentro de un hormiguero, a veces durante más de tres horas», añade. Son las diez y cuarto de la mañana y la pantalla avisa al paciente número 89, probablemente ya de la segunda vuelta. «Esto es horroroso, desde las ocho ya está bien», interrumpe la conversación una mujer que se ha levantado a las cinco de la madrugada para coger un autobús desde un pueblo de Maragatería. Quienes interrumpen ahora son los guardas de seguridad, que obligan al periodista a identificarse ante la negativa del Hospital a conceder el permiso para hacer el reportaje. Pero la imagen y los testimonios hablan por sí solos.

tracking