La Junta amplía la protección de Omaña pero tramita 18 eólicas en sus montañas

En marzo, el urogallo entra en celo y toma posesión de sus cantaderos para atraer a las hembras al amanecer. Su canto también es un aviso peligroso para los furtivos, aunque cada vez se escucha menos porque las poblaciones de urogallo cantábrico atraviesan por una situación «crítica», según los expertos. En el último censo, del año 2000, había entre 81 y 87 machos en la provincia de León frente a los 243 ejemplares de 1982. En la comarca de Omaña eran 18, pero dos décadas después sólo fueron localizados siete machos. Sus cantaderos, los más meridionales de esta fascinante especie propia de los bosques boreales, se sitúan en un territorio sembrado ahora de medidores de viento. La Junta tramita en Omaña 18 parques eólicos -uno de ellos, Murias II, autorizado en mayo, y otros seis con la declaración de impacto ambiental aprobada- que prevén instalar más de 300 molinos de viento a lo largo de sus cumbres. Cada parque se tramita por separado, pero las compañías se han unido para presentar el proyecto de línea de evacuación cuyo estudio de impacto sólo analiza dons grandes tendidos y deja sin estudiar las 18 líneas eléctricas que provienen desde los diferentes parques eólicos. «Las autoridades ambientales no han valorado el impacto conjunto de estas instalaciones» sobre montes aprovechados históricamente para la ganadería y la caza, sobre el paisaje y el desarrollo turístico de la zona, denuncia el colectivo Tambarón. Las alegaciones contra los diversos proyectos son encabezadas por Urz, SEO-Birdlife y WWF Adena. Expedientes eólicos y de protección se han pisado los talones en estos últimos tres años y se ha logrado que Medio Ambiente considere como una unidad a dos parques que tramitaron ampliaciones por separado (Villabandín I y Villabandín II) además de algunos recortes en el despligue de aerogeneradores previsto: cuatro en Villabandín I, 18 en Villabandín II , ambos en Murias de Paredes, y 28 en Curueña (Riello). La potencia prevista en el parque ya autorizado -Murias II tiene 35,2 megawatios y 44 molinos- supera los planes marcados en el plan eólico provincial para la comarca: 20 megawatios en dos parques. Pero en Medio Ambiente no consideran vinculante este documento -aprobado en abril del 2000, cuando Omaña aún no era Zepa ni LIC- y aseguran que las evaluaciones de impacto ambiental garantizan la supervivencia de las especies protegidas. Los conservacionistas se amparan en que la administración autonómica ha incluido gran parte del territorio de Omaña en la Red Natura, si bien es cierto que después de su presión y la de Bruselas sobre la Junta. Ahora, 21.724 hectáreas de Omaña-Gistredo están declaradas Zona de Especial Protección para las Aves (Zepa) para asegurar la supervivencia del urogallo, la perdiz pardilla y el águila real. Este territorio comprende los municipios de Murias de Paredes, Riello e Igüeña y su exclusión inicial suponía que dentro un mismo ecosistema eran excluidas las cumbres de solana, que sirven de abrigo para las aves durante el invierno especialmente. La Comisión Europea consideró escasa la propuesta anterior de Castilla y León y la semana pasada Omaña fue incorporada también a las listas de Lugares de Importancia Comunitaria (20.000 hectáreas). A falta de la firma del presidente de la Junta, sus abedulares y robledales formarán parte del legado europeo para preservar la biodiversidad. La Comisión Europea destaca, al justificar la creación de la Red Natura 2000, que «en Europa se han extinguido en la naturaleza 64 especies de flora endémica, están amenazadas el 38% de las especies de aves y el 45% de las mariposas y sus poblaciones». Asimismo, hacen hincapié en «el principio general de que la flora y la fauna tendrá prioridad en la gestión de los recursos naturales constituye la base para la gestión de lugares Natura 2000». El director general de Medio Natural, Mariano Torre, subraya que «la protección es la misma antes que ahora, lo que cambia es nuestro compromiso de conservación que antes era interno y ahora es respecto a un tercero, que es Europa». Pero la comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Wallströn, escribía antes de su visita reciente al Parque Nacional de Doñana para conocer el lince, en peligro de extinción: «La piedra angular para la conservación de la biodiversidad es la protección de los hábitats y ecosistemas», lo que implica que «las cuestiones de la biodiversidad se integren en otras políticas, como por ejemplo en las de desarrollo económico, transportes y energía». Ante estas contradicciones, el Colectivo Tambarón denuncia que falta una «planificación adecuada del desarrollo eólico», que ha desbordado todas las previsiones. Criterios dispares «Que haya Zepa o LIC no tiene por qué ser incompatible con la actividad de la energía eólica», precisó el jefe del servicio en León. Sin embargo, la declaración de una Zepa para la protección de la avutarda justifica la «sensibilidad extrema» a los molinos de viento en la franja de Oteros-Tierra de Campos entre Matallana de Valmadrigal y Gordoncillo, en las mismas condiciones que Ancares, el Alto Sil, Laciana y Picos de Europa. Las zonas de extrema sensibilidad están vetadas para el aprovechamiento de la energía eólica. El Colectivo Tambarón exige, en este sentido, que la planificación eólica «considere las Zepas y su zona de influencia como áreas de sensibilidad extrema y por tanto libres de polígonos eólicos». Las juntas vecinales afectadas son favorables a la instalación de los parques eólicos. «No afectan a las zonas de protección del abedular ni a la reserva del urogallo», asegura el alcalde de Murias. El socialista Horacio Rozas afirma que «la Junta a través de Medio Ambiente tiene que resolver las contradicciones. No nos vamos a negar a dar las licencias si cumplen los requisitos». Pero intenta que su municipio sea Reserva de la Biosfera.