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| Informe | Urogallo Cantábrico |

Eliminar tendidos y controlar las pistas

El plan de conservación pasa por una intervención global en los bosques

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León

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El Principado de Asturias aprobó en el 2003 el plan de conservación del urogallo en su territorio, pero Castilla y León todavía tiene pendientes «actuaciones de gestión activa» para salvar la crítica situación de las poblaciones de Tetrao urogallus que se localizan en las provincias de León y Palencia. De los 210 cantaderos localizados en León, 80 están abandonados, 36 no ocupados, cinco en situación desconocida y 89 ocupados. En Palencia sólo hay cinco cantaderos. El urogallo, que ocupaba toda la franja de la cordillera Cantábrica desde Galicia a Cantabria sobrevive en «islas de población» en la provincia leonesa. Así las de Pando y Monteviejo se han separado de poblaciones ligadas a los hayedos de Panderrueda y Pandetrave, Vantaniella y Pontón. En Ancares y Omaña también viven aislados. Sólo el núcleo de Laciana es extenso, estable y con contunuidad en las poblaciones de Ibias y Narcea. Un artículo publicado en la revista de la Junta Medio Ambiente en el 2001 considera prioritario «eliminar tendidos eléctricos y cercados con alambre en sectores de monte con presencia de urogallos», además de evitar la périda y fragmentación de su hábitat a causa de incendios, tratamientos selvícolas inadecuados. El biólogo César Pollo, autor del trabajo, recomienda la reforestación de sectores afectados por incendios y de aquellos que contribuyan a unir núcleos de población (de urogallos) aislados, regular el uso de las pistas existentes en las áreas críticas e incluso las actividades turísticas. Los urogallos adultos exploran a lo largo del año un dominio vital de 200 hectáreas, mientras que los jóvenes vagabundean y se desplazan hasta 10 kilómetros desde su lugar de nacimiento para establecer su dominio vital y su plaza de canto, los machos, o de cría, las hembras. Pero la fragmentación del hábitat en la cordillera Cantábrica hacen que los urogallos tengan que utilizar diferentes manchas de bosque «lo que conlleva un mayor riesgo de ser predados» por zorros, martas o gatos.