| Crónica | Entre el carnaval |
«Hola chicos, ¿qué tal?»
El diputado no adscrito estrenó su nueva condición y fue a sentarse con sus ex compañeros, entre ellos, un indio bañezano
Una larga cabellera negra, ataviada con plumas multicolores y traje al estilo de la reserva sioux, irrumpió ayer en el salón de plenos de la Diputación a primerísima hora de la mañana. No era un espontáneo del martes de carnaval, sino un diputado. Luis Pérez Rubio, de las filas socialistas, bañezano y para más datos concejal de Fiestas en el ayuntamiento de su localidad, la cuna del disfraz en la provincia. Directamente de la Noche Bruja, sin pegar ojo, no perdió el humor ni el ritmo en ningún momento. Llegó a marcarse danzas rituales de los indios a petición del respetable. Al presidente, tan serio, prudente y políticamente correcto, no pareció gustarle mucho este gesto en honor a La Bañeza y comentó a sus allegados que no era el lugar para disfrazarse. Llegó a plantearse incluso decirle que se quitara el traje y se vistiera de acuerdo a un acto institucional. En fin, ya se lo dijo Herrero Rubinat al presidente, el problema estaba claro: «¿Qué le hemos hecho presidente para que nos castigue con dos plenos el martes de carnaval?». El diputado bañezano repartió al final del Pleno de los presupuestos una caja de dulcísimos dominós de los que todos dieron cuenta. El otro gran protagonista del día fue sin duda el recién nombrado diputado no adscrito y alcalde de Villaquilambre. Hidalgo desafiando la prudencia e, incluso, las leyes de la gravedad fue a sentarse justo en uno de los bancos de los socialistas, delante de su antecesor en el cargo de alcalde, el leonesistas Lázaro García Bayón. Desde presidencia, ya se había pensado que tomara asiento enfrente en la zona vacía del equipo de gobierno, velando «por su dignidad». Con un «Hola chicos, ¿qué tal? se dirigió tan ricamente a sus ex compañeros y se quejó amargamente durante el Pleno de no contar con la documentación. Defendió su legitimidad como diputado y mostró su lealtad al PSOE, al que se unió en todas las votaciones. Con la novedad de su papel, el presidente casi no se daba cuenta que tenía que darle paso y él mismo pedía la palabra. García Prieto quiso devolver en su intervención las críticas de continuismo que reprochó la oposición a las cuentas y dijo que empataban «en continuidad; nueva etapa, vieja etapa a la par» y recriminó a PSOE y UPL su falta de ideas. Tampoco se esperaba el presidente el voto en contra de los leonesistas y se revolvió en el asiento cuando lo comprobó.