Diario de León

La campaña más familiar de Rajoy

El candidato del PP inicia junto a su esposa la contienda electoral de las citas sin nombre

Sala de prensa donde se recibieron las imágenes ya preseleccionadas

Sala de prensa donde se recibieron las imágenes ya preseleccionadas

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Marco Romero - león
León

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Se le esperaba a las once menos cuarto de la mañana en la Catedral, un lugar y una foto que podían haber arrancado un compromiso del candidato Rajoy respecto a la declaración de las vidrieras como Patrimonio de la Humanidad. Pero su avión no aterrizó en el aeropuerto de León hasta poco antes de mediodía, donde le esperaba Juan Morano Masa, amigo personal desde que le conoció trabajando en el registro de la propiedad de Villafranca del Bierzo. «Morano ganaba menos, pero porque era algo más joven», recordó en un momento del día el líder del PP. Un «¿qué tal por León?» al pisar tierra fueron las primeras palabras que dirigió al presidente provincial de su partido, José María López Benito, ayer desbordado ante lo previsible. Los cargos políticos y los periodistas se contaban por docenas en el entorno del conservatorio Ángel Barja, en cuyo interior ya estaba montada toda la infraestructura electoral que acompañará a partir de ahora al candidato. Sus dos sorpresas Rajoy bajó del coche con dos sorpresas. Primero, su esposa, Elvira, con quien no es habitual verle en actos políticos, aunque a partir de ahora será una cara más en la campaña. Lo confirman. Esa imagen más familiar y cercana de un Rajoy que gana en las distancias cortas -es hábil en chascarrillos, aunque suelen ser ironías contenidas- es nueva, incluso para quienes le siguen de cerca en Génova. La segunda sorpresa venía escrita en pequeñas fichas de estudio y eran los temas clave sobre los que girará su discurso electoral durante los próximos 15 días: el modelo de Estado es el que establece la Constitución, la lucha antiterrorista debe seguir el mismo camino y Zapatero, a quien cita sin nombrar, no vale para dirigir el país. ZP le recibe Unos cuantos minutos más tarde de lo previsto, el presidente del Senado, Juan José Lucas, y todos los cargos que vienen detrás en el protocolo recibieron a Rajoy en el jardín de Correos. Casualidades de la vida, una valla móvil con la foto de ZP y el lema Merecemos una España mejor daba la bienvenida al candidato del PP. «No hay preguntas», advierten entre empujones varios de quienes le rodean, un híbrido entre escoltas y periodistas guardabarreras. Tras pasar las pertinentes controles de seguridad que no tienen que seguir los militantes, se abre el telón. Era la tercera vez que se encontraba con populares leoneses desde que manda en el partido. Le aplaudieron, le sentaron en Moncloa y le vitorearon. Habló Mario Amilivia y le presentó como un hombre «capaz de cumplir promesas». Siguió Juan Morano y habló de una persona «siempre sincera». Y le tocó el turno a él. Subió al estrado, una pequeña estructura con los colores del PP. De fondo, los chicos y chicas de Nuevas Generaciones sutilmente sentados aportaban una imagen jovial y renovada del partido a las dos únicas cámaras de vídeo a las que se permitió la entrada en la sala. Con imágenes seleccionadas Es una estrategia electoral, por lo visto muy común, que consiste en que la organización del acto distribuye las imágenes del mitin ya realizadas a todas las televisiones, sin posibilidad de que los medios graben gestos o situaciones incómodas para los candidatos. La señal se envía a una sala de prensa, en donde se puede seguir el acto a través de un pequeño televisor. Los periodistas de prensa, sí tienen acceso, pero no la opción de preguntar. Lo que no se dice frente al micrófono no existe. Después de acabar su discurso, Rajoy viajó en coche hasta Ponferrada, donde le esperaban para comer no más de 300 militantes. Un caluroso recibimiento y más aplausos solaparon posibles resquemores internos en esta comarca, cuya presidenta comarcal del partido no ocupó un sitio de honor. Mariano Rajoy comió lo que todos, un menú de boda: jamón y cecina con pan, tomate y aceite de oliva, una vieira y cordero, todo ello mojado con caldos de la tierra. Culminó este momento con un aguardiente blanco de Orense y un habano Davidoff, que dicen siempre lleva consigo. Un olvido polémico El candidato había pronunciado su mitin en el inicio de la comida, pero por segunda vez en el día se había olvidado lo que todos querían escuchar, tanto en su partido como en los medios: el futuro de la Escuela de Pilotos del Eurofighter comprometida por Aznar hace cuatro años. Sus asesores le hicieron saber de la pretensión de la provincia y, finalmente, minutos antes de subir al coche que le llevaría a Lugo y luego a Santiago de Compostela, asumió como suya esta promesa. «Ratifico el compromiso», sin más. Una última foto con su esposa a la salida del restaurante le despidió de su paso por León. En el aparcamiento se quedó Morano con los suyos. Pero esa es otra foto. Y es que ya estamos en campaña.

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