Diario de León

Rajoy le da estopa al rival

El aspirante del PP se cachondea de la nueva vestimenta negra de Zapatero y le acusa de derrotista. «Está enfadado con todo y yo quiero una España alegre», dice

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Un temporal traicionero reventó la sesión vermú de San Sebastián. El candidato se quedó ayer atrapado en Vitoria por la nieve y fue incapaz de llegar a su cita donostiarra, a donde promete volver. Se esperaba que allí Rajoy impartiese doctrina sobre la España única, uno de los grandes clásicos del PP. Ya en la víspera, en un informal corrillo nocturno en el Obradoiro, el sosegado líder había avisado, medio en coña medio en serio, que «mañana voy a dar estopa». Pero la estopa se quedó para la noche alicantina y el zarandeado fue Zapatero. En Alicante el cabeza de lista es Trillo. Había sana expectación por ver en vivo y en directo al hombre que con su fino humor (el euro a la periodista) y su ingenio en las sobremesas nocturnas (Perejil) se había convertido, junto con el temerario Carod, en el gran anima-dor de la precampaña. El estratega que tomó el mítico islote arengó con castrense brío, pero no metió la gamba. Trillo y Zaplana le abarrotaron el pabellón a Mariano. Hubo que habitilar una sala extra. En Alicante hay euforia palpable con el PP. Y es que bajo el guión de Aznar, España ha crecido mirando con descaro al pujante eje Madrid-Valencia, para pesar de, por ejemplo, Galicia. «Alicante ?resumió Trillo? ha pasado en cuatro años a ser la cuarta provincia, cuando era la décima». El ministro de Defensa le dedicó una suave faltada a Zapatero.:«La alternativa fragmentada ?así llama Trillo al PSOE? tuvo que buscar su candidato en la tercera fila de los escaños». Pero para fustigar a saco al candidato del PSOE se bastó Rajoy. La verdad es que cuando se cachondeo del nuevo look a lo Al Pacino de su rival costaba no reírse: «Estaba en mi pueblo, en Santiago, y vi a esos señores en sus butacones de Madrid. Había allí un extraño señor de negro, con corbata a lunares, creo que le llaman ZP. Decía aquel buen hombre que había que cam-biar el talante y a renglón seguido me ponía de vuelta y media». Y sin perder la flema, más vitriolo: «¡Parecía cine negro!». Aprovechando el luto de Zapatero, Rajoy contrapuso su supuesto proyecto en negativo con el Hollywood del PP: «Yo quiero una España alegre. Lo mejor para España está aún por llegar». Va sólo un día de campaña, pero las cartas ya están echadas. Rajoy vende como un gran éxito programático el mero hecho de dejar España tal como está, sin tocar su Constitución; promete nuevas bajadas de impuestos; asegura que se puede acabar pronto con ETA y enfatiza que «jamás negociaremos con ella». El argumento para inhabilitar a Zapatero como gobernante tira a sencillote: su talón de Aquiles sería que no defiende la unidad de España. Rajoy se permite incluso decir que, en el fondo, los parroquianos del PSOE piensan también como él. Mantener lo que ya hay; un guión básico. Algunos incluso lo verán de vuelo raso. Lo curioso es que resulta que a los alicantinos del PP les chilló.

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