Diario de León

| Crónica política | Las paradojas de la campaña |

Cada vez más extraña

El desenlace de las elecciones generales se presenta cada vez más incierto a tenor de la inesperada escalada de Zapatero, quizás gracias a los desatinos de los dirigentes del PP

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Manuel Campo Vidal - madrid
León

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Hay una pregunta razonable que todo el mundo se hace: si el PP aventaja en más de siete puntos al PSOE como acaba de decir Sigma 2, ¿a que vienen esos exabruptos, esas agresividades?. Puede ser que la ventaja sea de siete puntos -lo que garantizaría mayoría absoluta- o solo de cinco -entonces ya dependería del reparto de escaños- pero pocos dudan de que sea menor hoy, a dos semanas de las urnas. Pero si es así, las declaraciones de la ministra Julia Garcia Valdecasas, los insultos del presidente murciano Valcárcel, etc. nadie sabe a qué responden. «Aznar mandó el mensaje de que había que endurecer la campaña porque Mariano es blandito y ellos obedecen, aunque es verdad que con estilo poco afortunado», admite un dirigente del PP consultado por Diario de León. Salvo que el PP tenga una encuesta oculta con peores perspectivas, que tambien corre ese rumor, la explicación más coherente parece ésa, la de la torpeza. Pero podemos confirmar que a Rajoy esas provocaciones no le hacen gracia ninguna ni por estética -«ya sabes que a Mariano no le gusta la sangre»- ni por interés electoral. Esos insultos desmesurados, pueden movilizar a gentes desencantadas que no pensaban votar y que con esa dialéctica igual se animan. Y si sube la participación, la mayoría absoluta se pone más difícil para Rajoy. La estadística electoral española es rotunda: Felipe González consiguió en 1982 los 202 diputados, marca nunca igualada por nadie, con la votación más alta de la democracia, por encima del 80 por ciento, y Jose María Aznar obtuvo su mayoría absoluta (183 diputados) con una participación del 69,9 por ciento de electores, la segunda más baja del período constitucional. Por eso dice Expansión que «al PP hoy le favorece la estabilidad económica y le perjudicaría la crispación política». La que Carod, ETA y ellos mismos, el PP, favorecen. Mención aparte merece lo que Javier Sardá ha bautizado con éxito como «El show de Trillo». El guionista de Trillo es un auténtico lujo.Probablemente sea él mismo porque cuesta creer que exista un coronel ayudante con ese talento artístico. Lo del euro arrojado a la periodista que preguntaba por las armas de destrucción masiva, lo de gritar «!Viva Honduras!» a una desconcertada compañía militar guatemalteca o lo de lamentar no haber tomado ocho años antes la isla de Perejil, su gran proeza bélico-imperial, es más bien propio de un hombre que hizo su tesis doctoral sobre Shakespeare más que de otro inspirado en Von Clausewitz. Y, desde luego, tiene suerte el desafortunado ministro de Defensa porque el seísmo diplomático que provocó en Rabat con sus torpes declaraciones lo tapó el terremoto de Alhucemas. Hay cámaras de televisiones españolas que han llegado a aldeas afectadas por la catástrofe tres dias después y eran los primeros en comparecer. Con esos desatinos de dirigentes populares que suceden al torpedo Carod que reventó la pre campaña electoral, más la irrupción de ETA, se ha configurado una de las campañas más extrañas que se recuerdan. «¿Qué te parece el fantástico trabajo de ese infiltrado del PP que tenemos en Esquerra Republicana?», ironiza el dirigente popular consultado. Las interesantes propuestas de gobierno tanto de Zapatero como de Rajoy las desluce la batalla sobre la coalición de gobierno despues del 14-M si no hay mayoría absoluta. Los pujolistas se han apuntado ya a socorrer a cualquier presidenciable necesitado de escaños, sea popular o socialista. Lo preferirían socialista para cobrarle el peaje de volver a la Generalitat. Llamazares reconoce que de mayor quiere ser ministro de Zapatero como Saura lo es de Maragall y Madrazo de Ibarretxe. Y los canarios ya se declararon «bomberos de Rajoy» si tiene que apagar incendios y necesita sus cuatro escaños para la investidura. La campaña es extraña y el desenlace incierto porque todo el mundo admite que Zapatero resiste y hasta sube a pesar de que periódicamente se lleva un mazazo. Subía del infierno, como el Atletico de Madrid, despues del fiasco Tamayo, y logró reunir a un grupo creible de notables tras callar a los metepatas que lo rodean (Caldera, etc.) cuando Carod lo echó escaleras abajo en las encuestas. Pero vuelve subir con la sonrisa que gasta, igual para alegrías y desgracias, hasta el punto de dividir seriamente al PP: unos creen, los de Aznar que crispar recordando lo de Carod y ETA cada día es nocivo para Zapatero y ,otros, los de Mariano, sostienen que la crispación a quien perjudica es a los populares. Fíjense que ya no dicen que hay varios PSOE. Quizás temen que les respondan que existen manifiestamente dos PP. Al menos en campaña.

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