Cerrar

Más política, menos cuchufletas

Cambio de registro: Rajoy baja el volumen de la ironía y defiende su «derecho» a situar el terrorismo en el epicentro y propone un Pacto de la Moncloa por el empleo Carod podría regalar seis esca

Rajoy recibe el saludo de un grupo de jóvenes en Pamplona

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Muchos creemos que la retranca ga-llega constituye un exquisito atributo de la inteligencia. Sin embargo la sorna tiene un problema: nosotros nos esca-rallamos de risa, pero a veces fuera de Galicia no nos pillan el chiste. Rajoy se ha dejado el acento gallego en algún recodo de la impresio-nante e imprevista ruta que lo ha llevado de concejal en Pontevedra a candidato a La Moncloa. Tampoco te dirá un «boas noites» ni aunque lo aspen. Pero su galleguidad se expresa en su humor. Maestro del juego de palabras, las cuchufletas irónicas bañan sus discursos. Con frecuencia, sus filigranas verbales son tan sofisticadas que mientras la mitad del paballón se carcajea, la otra mitad mira al techo con cara de flipe, esperando a que aterrice y le dé estopa tangible a ZP. Además, las teles sudan tinta para grabarle una frase breve y redonda, de esas que deben remacharse cuando el pitorro rojo alerta de que se está entrando en directo en el sofá de los españoles. Rajoy fue cocinero antes que fraile. En parte, se ganó el dedazo sucesorio por sus méritos como cerebro gris de la campaña que condujo a Aznar a la mayoría absoluta. Su discurso estaba resultando muy liviano; demasiado fair play para el ala heavy-metal del PP. Así que ayer imprimió un cambio de ritmo: más política, menos chascarrillos. El lugar elegido para acelerar fue el suntuoso auditorio Príncipe Felipe, en Oviedo. A la una de la tarde, allí no cabía ni un pepero más (o había mucho pensionista, que lo había, o medio Oviedo se había escaqueado del trabajo). Mariano comparecía horas después de que el ministro Acebes derrapase, al «felicitar a Carod» porque la escabechina de los terroristas detenidos en Cuenca «no se iba a producir en Cataluña». El candidato de la mesura defendió la ocu-rrencia de Acebes: «No acepto que se diga que lo que se dice del ministro del Interior, que ha hecho una labor colosal contra ETA, evitando una catástrofe de colosales dimensiones» («colosal» es el adjetivo fetiche de Rajoy: cae unas tres veces por sesión). Ya en danza, defendió, sin complejos, que diría Aznar, su derecho a convertir el terrorismo en materia electoral: «No acepto tampoco que alguien diga utilizamos la lucha antiterrorista en campaña, porque nosotros no hemos ido a hablar con ETA ni hemos pactado con Carod». Pero hete aquí que se da la estrambótica de situación de que en pleno siglo XXI, algo tan evidente como la defensa de los cimientos elementales del Estado. Así, el mitin nocturno, en un frontón de Pamplona, fue un festival del más básico españoleo. «El Partido Socialista ha renunciado a su idea de España y a lo que piensan sus propios militantes». Anunció que su primera medida será convocar a empresarios y sindicatos en La Moncloa para para firmar un acuerdo de pleno empleo y defendió que los mayores de 45 años cobran paro aunque encuentren trabajo. «Yo soy gallego, no soy un señor de Madrid con una visión centralista como dicen algunos» MARIANO RAJOY